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Estefanía


—¿Cuánto a que nos resbalamos y aparecemos en las noticias?

— Se nota que no tienes muchas ganas de vivir— respondí con sarcasmo a la pregunta de Miley. En parte puede que tenga razón, pero esperemos que sigamos con vida.

Con cuidado, tratando de no caerme, me giro para observar el cielo nocturno. Desde aquí arriba se ve todo despejado, sin objetos entrometiéndose. Los diminutos puntos brillantes se han multiplicado desde la última vez que lo observé. Se dice que este día iba a haber una lluvia de estrellas. Estos milagros no pasan cada día. Las dos habíamos esperado bastante para poder observar una. Este era el día.

Oigo el crujir del pan, haciéndome girar hacia la persona que lo ha ocasionado. Nos hemos traído alimentación para sobrevivir al hambre. Principalmente, ha sido por la pelinegra. Ella tiene un apetito bastante grande. Su ansia nunca es saciada. No entiendo su organismo. Llegué al punto de intentar hablar con sus órganos para que me dieran razones o soluciones, no obstante, como era de esperar, eso es algo imposible de conseguir.

Mis momentos espirituales son bastante raros.

La señorita se encuentra sentada encima de la manta que ha traído para poner la comida y donde podremos tumbarnos cómodamente. El tejado no tiene un material especializado para que los humanos se apoyen en él por horas. Esa lección la aprendimos la última vez que hicimos este tipo de pícnic.

En esta ocasión decidimos vestirnos conjuntadas. Unos pantalones deportivos grises, unos polos anchos blancos con un "We love sex" decorando el centro de la tela y unas camisas a cuadros rojas encima para evitar enfermarnos. Eso era lo que llevamos. Simple y cómodo. Lo único diferente eran nuestros peinados. Mientras que yo lo llevaba recogido en un moño, la cual me había costado hacerlo debido a mi pelo afro, ella lo tenía suelto.

—Venga, ayúdame a preparar los manjares de esta cena.

No dudo antes de agacharme para sacar los ingredientes de los envases de plástico. Algo que odio. Hay otras alternativas a este residuo, que contamina tres veces más que andar en coche. Se puede cambiar la industria, solo que la sociedad se siente disgustado con los cambios. Siempre ha sido así. Si añadimos a los hombres que gobiernan la política y que solo buscan su propio bien, el fin se acerca poco a poco. Que se puede hacer, solo nos queda vivir. Nadie va a hacerle caso a un porcentaje diminuto de la tierra.

—¿No tenías algo que informarme? Da igual, después de eso tengo algo de cotilleo que contar— dice sacando los vasos de la mochila negra. Creo que es la que utiliza para ir a clases.

Sonrió.

Miley, si no fuera cerrada con los demás, sería una de las personas populares en South Beach. El salseo le trae loca. También hacer el suyo propio la tiene de rodillas. Al no tener nada que contar, ella hace todo lo posible por hacer algo y al final contarme el drama. Muy típico de ella. De todos modos, este lado de ella solo lo revela en privado cuando poca multitud de personas está a su lado.

Apartándonos de ese tema, sí, hoy me había propuesto proceder algo que nunca me hubiese visto capaz de hacer. Aún no sé si lo estoy, pero prefiero morir en el atentado que ni siquiera haberlo intentado.

Tengo miedo.

—Ten un hueco libre para cuando se estrene la peli de Marvel que he estado esperando tanto tiempo— exclamó al terminar de emplatar la comida en platos de cartón.

No soy fan de las películas de acción, pero no los aborrezco. Tienen algo que me engancha, aunque no me hacen sentir la misma potencia que cuando Miley ve una. Le obligué a vérselos en casa, donde nadie la oyera, excepto mis oídos porque se excitaba más de la cuenta. Lo normal. Prefiero que no nos saquen a patadas del cine.

—Tú vendrás conmigo a la boda de mi hermano. No quiero ir sola.

Se acerca apoyando su mano sobre el dorsal del mío, que anteriormente se encontraba recostado en el tejado. Mi corazón rebota como si estuviera haciendo acrobacias. Mierda. Relájate. Sonrío actuando como si ese gesto no me hubiese afectado de la manera en la que hizo. Cuando nota que me tranquilizo, me guiña el ojo como si eso mejorara la situación que está pasando mi cuerpo. Trago en seco.

— Quiero agua.

No se me podía haber ocurrido mejor frase. Me adoro. Sarcasmo.

Lo que ocasiona mi reacción es la risa que brota de la pelinegra. Ella se dedica a verter el líquido mientras yo detallo su perfil. Su nariz ancha siempre ha sido algo que envidio. Aunque sea modelo, no me siento tan confiada. Todo el mundo odia algo de su cuerpo, aunque aparenten amarlo. Eso es algo que he aprendido en mi corta carrera. Transmitir esa emoción a la hora de los desfiles te da más poder en la industria. Lección del día, no todo lo que se ve es verdad.

Su piel, debajo de la luz de la luna, la hace brillar más de lo normal. Tiene la piel de un vampiro, literalmente. No es de las que toma el sol en la playa. Ella prefiere sentarse debajo de la sombrilla. De pequeñas teníamos un chiste personal de que sus padres la adoptaron de una familia vampira. Eso nos llevó a querer ir a Transilvania para tener contacto con su verdadera familia. Ahora que lo recuerdo, sé que allí no hay ninguna especie mágica. La inocencia de los niños es algo que se debe cuidar.

Borro mi sonrisa tonta cuando sus ojos verdes y azules se posaron en mí.

Sus ojos heterocromáticos son la cosa más bonita que he podido ver.

Los siguientes minutos nos lo pasamos tumbadas, observando el bonito cielo que solo nos demuestra una quinta parte del universo. La astronomía. Siempre ha sido de mi interés. Mi cuarto está repleto de pósteres con diferentes cuerpos celestes. A los diez años, me suscribí a una revista que hablaba a detalle sobre este tema. Es algo que me apasiona, aparte del modelaje.

—¿Recuerdas cuando casi tiras la caja en donde se encontraba mi regalo para tu cumpleaños?— susurró sin apartar la vista de las estrellas.

—Aún me doy asco por casi tirar el telescopio que me regalaste. Ahora es mi posesión más preciada.

Se ríe.

—Era Milly ¿verdad?

Le tiré el trozo de pan que estaba a punto de meterlo en mi boca. Cuando pare de burlarse del nombre del regalo, me da un paro cardiaco. Todo iba tan bien hasta que ella me recordó lo que le dije. Era el momento. Había dos opciones: Ganaba o perdía. Me dan recelo las dos, la verdad.

Noto su confusión en el momento que conecto los auriculares al teléfono. Le extiendo un auricular para poder escucharlo a la misma vez. Doy inicio a la canción. Estoy llena de nervios cuando unos acordes de guitarra resuenan en mi oído. Evito mirarle a la cara.

Ask me why my heart's inside my throat

I've never been in love, I've been alone.

Creo que mi corazón me saldrá del pecho. No sé si habré tomado la decisión correcta. Mierda. Me estoy arrepintiendo.

So if you're lonely, no need to show me

If you're lonely, come be lonely with me

...

I'll be yours if you'll be mine.

Siento un movimiento de parte de Miley, pero yo sigo atenta mirando la estrella más brillante que noto.

You're the round my feet won't reach

So if you're lonely, darling, you're glowing

If you're lonely, come be lonely with me

Cuando el final llegó, me digné a mirarle a la cara. Su mirada es imposible de entender. No sé cómo actuar. ¿Qué hago? La hora de la lluvia empieza en ese momento. ¿Buena señal?


P.D: Me voy a llorar, adiós

La Ola sin RumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora