Gemma
En el momento en el que nos dejamos de sujetar la una a la otra, un tono de llamada nos distrajo. El móvil de Miley vibraba encima de la mesa donde segundos antes estaba haciendo un trabajo.
—Diga— respondió mirándome de reojo
Me giré dejando privacidad y no parecer una acosadora. Quería hablar con ella y con los demás. Tenía que empezar con alguien y, quien mejor que con la líder del grupo. Me quedé observando mis uñas apoyando el lateral de la cadera en la pared.
Mis uñas están fatal. Tengo que dejar de morderlas. No sé por qué volví con este hábito.
La ansiedad es culpable de ello.
Ella, al terminar, metió su móvil dentro de su bolsillo trasero del pantalón deportivo y se giró hacia mi dirección haciendo una mueca:
— Tu discurso deberá aplazarse a mañana, ahora es necesario marcharme.
No me dio tiempo a responder porque un medio abrazo me generó abrumarme. En un parpadeo, Miley ya no estaba delante de mí.
Ah, bueno, la llaman Flash.
Era mi turno en sacar el aparato electrónico para ver la hora. En efecto, la hora de irme a casa. Manu se había ido antes porque yo le había dicho. Quería recordar las calles por las cuales me pasaba todo el tiempo antiguamente.
Eso mismo hice.
Emprendí mi camino hacia el espacio donde Taylor Swift invadía paredes. Bajé por las escaleras con cuidado, procurando no dar un mal paso. Me ajusté la mochila y salí de la Henalu.
Las carreteras de aquí tenían restos de arena de la playa, podrías andar descalzo sin ningún problema. No tenía pensado hacerlo porque estas nuevas sandalias tenían que ser estrenadas. Aunque no estuviesen presente, sentía que me observaban todo el tiempo. Entablé mi camino hasta que presentí que algo faltaba. Siempre en Nueva York trataba de escuchar música mientras hacía mis caminatas matutinas.
Eso cuando no tenía a personas detrás de mí.
No odiaba ser reconocida, al contrario, era un sueño hecho realidad. Tenía mis expectativas puestas en que seguiría teniendo mi vida normal y, los seguidores serían parte de mi vida cotidiana. La vida soñada. Ese deseo no fue cumplido. Tuve que tener una donde no salgo de mi casa y soy yo misma, sin el miedo de expresarme. La otra se basa en las sesiones de fotos, las colaboraciones con marcas y los videos semanales que publicaba en mi canal de YoTube.
Mi popularidad tiene un fin en las fronteras de Estados Unidos. No soy reconocida mundialmente y por esa razón no me considero famosa. De todos modos, esa existencia era cansina pero admirable. Cada paso que hacía, tenía que hacerlo con precaución.
Moví una asa de la mochila, teniendo uno apoyado en mi hombro, y me apañé a abrir la cremallera del bolsillo pequeño, sacando los auriculares. Estaba a punto de sacarlos cuando un cuerpo impactó contra el mío.
Hice lo posible para no caerme nuevamente, eso sería vergonzoso.
—Perdón, es mi culpa. No me había fijado —tosió sorprendido—. ¿Gemma?
Esa voz. El pelirrojo me dio la bienvenida cuando giré mi cuerpo. Él ha sido el casi culpable de que mis auriculares se hubiesen ido a la mierda.
—¿Qué haces aquí? ¿No te habías ido ya?
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La Ola sin Rumbo
RomanceTodo el mundo tiene un pasado. Para algunos solo hay recuerdos felices en los que desearían volver a experimentarlos de nuevo a medida que crecen. Otros prefieren nombrarlo a todo pulmón lo que habían experimentado, sin miedo a las críticas. Como na...