Gemma
—Más rápido. Joder.
El pelirrojo, al notar mi poca velocidad, me agarra de la mano arrastrándome con él. Mi cuerpo casi ocasiona una caída debido al cambio de ambiente. El viento va directo hacia mi rostro, es incómodo. Al menos, la melena no se entromete en mi vista.
—¿No te cansas? Estoy soltando sudor— exclamé limpiado mi frente con el dorso de mi mano
Ríe mientras aprieta su agarre. Su camisa se ve pequeña comparado con su gigante torso. Si pudiese, si tuviese el derecho, mis dedos se transformarían en coches que pasan por las carreteras a mucha lentitud. ¿De dónde saqué la acera? Se me ha olvidado mencionarlo. Es el cuerpo de Ethan. Ja, ja, ja.
Os podría contar a detalle mi recorrido y mi hermoso destino, pero la situación lo hace imposible. Los perros que nos están persiguiendo no son de lo más amoroso. La afirmación "los caninos son los mejores compañeros del hombre" me la podría comer y escupir en un segundo. Evitando hacer otras cosas más agresivas.
Cuando me acerqué a un cuidador de perros, que los estaba sujetando, para acariciarlos creía que era la mejor idea que se me había pasado por la cabeza. Negativo. Desde este momento, no pondré mis manos en estos seres malignos que tiene un pasado atleta. Corren muy, muy, muy rápido. Lo juro.
Si pudiese grabaría este momento.
Eso hago.
Con cuidado, saco el móvil de mi sujetador. Eso provoca unas quejas y reclamaciones de parte del deportista pelirrojo. Su "¿Qué cojones haces?", me hace casi partirme de la risa sin razón alguna. Si eso hubiese pasado, mi corazón no estaría palpitando con mucha fuerza por la adrenalina que estoy viviendo.
Escapatoria de la muerte parte doscientos veinte: Casi tropezarse de la risa, con el móvil en la mano y acompañado de otro ser humano mientras éramos perseguidos por perros hambrientos.
Intentando tocar el icono de la aplicación de cámara mientras mi cuerpo seguía moviéndose de arriba abajo, le da el toque bromista a mi vida. Después de varios intentos, logré visualizar reflejada en el móvil mi preciosa sonrisa.
¡1,2,3, Acción!
Muevo las manos agresivamente riendo como una psicópata que acaba de matar a cuatro personas en una noche, saludando a la persona que vaya a ver esta grabación. Con la otra mano, la que está sujeta por Ethan, la acerco a mi pelo tratando de retocarme. No lo logro, parezco todavía más loca.
El pelirrojo intentó quitarme el aparato electrónico de las manos, pero lo que obtiene son intentos fallidos. Ja, ja, ja. En tu cara. Con delicadeza, levanto la pantalla haciendo posible grabar a los individuos que han estado detrás de nosotros por varios minutos. Todo genial.
Sigo en mi estado eufórico hasta que en un cerrar de ojos me encuentro pegada de espaldas a una pared. ¿Qué? Hay más oscuridad de la que había. Empujo mi cuerpo para alejarme, sin embargo, un cuerpo me lo impide. Ethan el capullo. Me relajo al saber que no había acabado en la calle donde hay escaleras subterráneas que te dirigen al infierno. Uf. Menos mal.
Volteo mi cabeza apoyando la mejilla en el muro. Logré visualizar a los perros corriendo en dirección recta, sin desviarse del trayecto. Ciegos y estúpidos. Suelto una risa burlona esperando que lo hayan escuchado.
—-Infantil— pronuncia la simple palabra con desprecio antes de adentrarse a la tienda que tiene al lado. Estábamos en un callejón.
Estoy sola en la oscuridad. Mierda.
ESTÁS LEYENDO
La Ola sin Rumbo
RomanceTodo el mundo tiene un pasado. Para algunos solo hay recuerdos felices en los que desearían volver a experimentarlos de nuevo a medida que crecen. Otros prefieren nombrarlo a todo pulmón lo que habían experimentado, sin miedo a las críticas. Como na...