༻𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔༺

╰⊱ 𝐄𝐬𝐜𝐚𝐩𝐞 𝐝𝐞 𝐊𝐢𝐞𝐯 ⊱╮

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ADVERTENCIA: CONTENIDO +18,
Se recomienda discresión.
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╰⊱Antiguo Palacio Maldito.

Lord Lee, el asesor principal de Ryōmen Sukuna subió hasta sus aposentos para entregarle informes, no obstante, al acercarse a la puerta lo escuchó claramente. Oyó el sonido de dos cuerpos golpeándose rítmicamente el uno contra el otro, los gemidos desesperados de una mujer al borde del orgasmo, y el olor a sexo en el aire.

Se apoyó contra la puerta pensativo, dudó entre interrumpirlos o no, pero al final acabó abriendo y escuchó el gruñido de frustración del rey.

—Córrete cuando te lo ordene— la mujerzuela no respondió, como supuso, Sukuna estaba entre las piernas de Alina, la nueva favorecida por su parecido con Jena —. ¿Qué quieres?— le preguntó a su subordinado, todavía ocupado con la chica, que no paraba de temblar y gemir.

—La sacerdotisa planea escapar de Kyivan Rus tomando un barco a la Isla de las brujas.

Sukuna ignoró a su asesor, aumentó la velocidad de sus embestidas provocando que los pechos de la fémina rebotaran violentamente.

—¿A quién perteneces?— rugió excitado.

—A ti— gimió ella, sujetándose de la cama mientras era taladrada.

—¿Quién es tu rey?— cuestionó presionando su cuello de forma posesiva.

—¡Tú!— respondió entre gemidos.

Sukuna se sujetó la cabeza por la frustración y aún erecto salió del interior de la chica. Por otro lado, Lee resistía las ganas de reír al presenciar aquello.

—Vuelve al harem— le ordenó a la rubia, pero esta no se movió en absoluto, por lo tanto, Sukuna la tomó del brazo y aún desnuda, la sacó a rastras de sus aposentos.

—Me parece que el sexo no te está poniendo de buen humor— rio Jin Lee, observándolo apoyado desde la pared.

—¿A qué hora abordará ese barco? ¿Viajará sola?

—En diez minutos sale del puerto. Y no va sola, la acompaña un intento de sacerdote.

Sukuna no respondió, simplemente dio un largo trago a su botella de sake, se cubrió con su kimono y abandonó sus aposentos.

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Después de compartir el desayuno con Khatun y los niños, lavé los platos y recolecté un cesto con flores. Planeaba ofrendarlas al espíritu de Patrick Müller, el huérfano de Blagovéshchensk que falleció intentando escapar del Rey de las maldiciones.

Atravesé el puente de Kiev y entré al cementerio periférico, dediqué algunas oraciones a las almas que habitaban el lugar ayudándolas a trascender y justo al final de la construcción vi tres lápidas en lugar de una.