⚠️╰⊱ 13 ⊱╮⚠️

448 52 3
                                    

✷        ·
  ˚ * .
     *   * ⋆   .
·    ⋆     ˚ ˚    ✦
  ⋆ ·   *
     ⋆ ✧    ·   ✧ ✵
  · ✵

⚠️ADVERTENCIA⚠️
CONTENIDO SENSIBLE, NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS.

⚠️ADVERTENCIA⚠️CONTENIDO SENSIBLE, NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No veía a Jena hace 1 semana. Mi viaje a la ciudad de Xanadú se extendió debido a una reunión con los líderes de los clanes menores y demás asuntos políticos. Apenas regresé al Imperio Maldito, fui directo a sus aposentos.

Jena permanecía a oscuras, recostada sobre la cama con la mirada perdida hacia la nada, el cabello enmarañado asemejando un nido de pájaros y en su ropa había rastros de sangre, lágrimas y sudor, suponía que no se bañaba hace días.

Extendí mi mano para acariciarla, no obstante, reaccionó alejándose de golpe con una expresión de desprecio. Le hice tanto daño aquella madrugada que ya no quedaba nada de aquella luz en su interior. Jamás pensé que esa chica tan amable y llena de vida terminaría con el alma destrozada.

—Jena, permíteme cuidar de ti— la culpa y el remordimiento se apoderaron de mí al ver su estado deteriorado. Ella me dio la espalda —. Te ayudaré a tomar un baño y después vamos a comer. Andando.

Cuando la sujeté del brazo, dispuesto a sacarla de aquel estado tan deplorable, comenzó a gritar y llorar aterrada. Veía la desesperación y el miedo reflejado en sus ojos.

—¡Suéltame! ¡No quiero tu ayuda ni tus intentos de redención!— gritó Jena con furia, liberándose de mi agarre y corriendo hacia la puerta. A velocidad inhumana la alcancé y la acorralé contra la pared. Ella se desbordó en llanto —, ¡Mátame! ¡mátame!— rogaba entre sollozos. Sentí asco de mí mismo cuando me descubrí sujetándola con fuerza para obligarla a caminar. Volví mi atención a sus ojos, ya no expresaban temor u odio, sino un profundo vacío. Yo era la única fuente de su miseria.

—No, Jena. No puedo matarte. Aunque merecieras la muerte, no puedo hacerlo— susurré con voz temblorosa mientras aflojaba mi agarre. Me dí cuenta de que ya no podía controlar mis impulsos oscuros y violentos hacia ella.

De repente, las doncellas ingresaron a la habitación apuradas para inmovilizarla y la doctora Yan intentaba administrarle un medicamento en el brazo.

—¡No! ¡Suéltenme! Todos ustedes quieren enfermarme, me quieren volver loca— gritaba y forcejeaba fuera de sí. Su voz se quebraba cada vez más.

—Es por tu bien, Jena— sentencié ayudando a sujetarla, finalmente la dra Yan inyectó la medicina en su brazo.

—Déjame sola... te lo suplico— sollozó Jena para luego quedarse dormida.

—¿Qué medicamento es ese? ¿Para la anemia?— ella había tenido una hemorragia después de que tomara su virginidad a la fuerza.

—No su majestad. Es un sedante, para controlar sus impulsos— alcé una ceja —. La sacerdotisa intentó suicidarse. Le envié una carta el mismo día, pero jamás respondió.

༻𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora