╰⊱ 25 ⊱╮

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╰⊱ Narra Satoru⊱╮

Golpeé la puerta y una vez escuché la autorización del Rey, entré con cena en mano. Me detuve en seco e incluso me arrepentí de haber entrado.

¿Alguna vez han deseado no haber visto algo?

¿Alguna vez han presenciado algo que los ha destrozado por dentro, pero han tenido que fingir que no les importa o incluso que se alegran por ello?

¿Alguna vez han deseado perder la memoria en un intento desesperado por olvidar algo que los hirió profundamente?

Esa sensación tan incómoda, siempre fue duro sentir algo por alguien a quien no podía tener, verla de lejos y pensar en ella sin poder hacer más, porque se trata de alguien que pertenece a mi mejor amigo. Yūta Okkotsu.

La rabia en mi interior se vuelve más intensa cuando descubro al rey con ella, lo odio tanto por tenerla... sus brazos la rodean por la cintura, ella está desnuda y él está cubierto únicamente por una toalla envuelta en su cadera.

La imagen de él poseyéndola cada noche me asquea al punto de querer vomitar.

Él me mira con majestad y luego desliza sus manos por las curvas de Jena. Mi furia aumenta, pero no puedo hacer nada porque soy su sirviente.

—Déjalo sobre la mesa y espérame afuera— ordenó él, sin dejar de tocarla.

Antes de salir, la recorrí con la mirada. Ella era tan hermosa que no parecía humana... su piel blanca como la porcelana, sus ojos azules como el mar, su cabello dorado como largos hilos de oro.

La realidad golpea mi pecho y es doloroso admitir que jamás podré tenerla, no mientras él exista.

Salgo de sus aposentos sin decir nada.
Me siento ridículo y patético. Jena jamás se ha fijado en mí y aun así tuve el atrevimiento de confesarle lo que siento.

Mis pensamientos me hacen sentir como una bestia enjaulada. Su imagen me persigue y cuando estoy a punto de perder la cabeza, escucho la voz del rey.

—¿Se ha hecho la señorita Gazhali amiga de alguno de los guardias?— cuestionó Sukuna.

—Ninguno de los guardias se atreve siquiera a mirarla, su majestad, y mucho menos hablar con ella, a no ser que haga alguna pregunta— afirmé rápidamente.

Sukuna suspiró aliviado al escuchar eso. —. Bien. Sugawara, necesito que vigiles a cada uno de los soldados y hechiceros. Esta madrugada se infiltraron en las catacumbas y liberaron a todos nuestros prisioneros, entre ellos Kyteler, Okkotsu y Kardec.

—Por supuesto, su majestad— Me arrodillo frente a él —. Estaré atento a cada uno de los sirvientes imperiales.

De pronto, un grupo de hechiceros se acerca.

—Su majestad, el Mago Merlín ha sido sellado en la cueva Fugoppe con el sigilo de Baphomet.

—Anuncien su ejecución pública— ordenó él esbozando una sonrisa maligna —. Sugawara, saldré de Qinghai y quiero que vigiles a Jena en todo momento, estoy seguro de que Okkotsu intentará contactarla. ¿Puedo confiar en que asesinarás al General Okkotsu si intenta llevarla consigo?

—Por supuesto que puede confiar en mí, su majestad, asesinaré a cualquier otro hombre que intente ponerle una mano encima a la señorita.

Me dio una palmadita en la espalda.

༻𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora