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⚠️ADVERTENCIA⚠️
Contenido +18
No apto para todo público

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╰⊱Narra Jena⊱╮


—Sacerdotisa, el Rey Sukuna la invita a compartir el desayuno— irrumpió Kaya.

—Me apetece comer en mis aposentos— respondí tajante.

Minutos después, Fuyu regresó con una bandeja con frutas, panes y jugo en las manos. Degustaba los alimentos mientras veía con detenimiento a mis doncellas, cada una con su propia personalidad y apariencia única.

Vesela era rubia, de enormes ojos azules y siempre con una gran sonrisa en el rostro. Por otro lado, Kaya era más directa e impulsiva, por su cabello trenzado y su piel oscura intuía que era de Etiopía. En cambio, Fuyu era la más centrada y serena de las tres. Su cabello negro azabache contrastaba con su piel de porcelana. Una digna Japonesa.

—Sacerdotisa, ¿no le aburre permanecer todo el día aquí encerrada?— preguntó Vesela con inocencia, ganándose una reprimenda por parte de Fuyu.

De inmediato, Vesela bajo la cabeza apenada y me dio la misma sensación que cuando descubres a tu cachorro destrozando tu zapato.

—No, Vesela. Disfruto de la tranquilidad y paz que encuentro en mis aposentos— respondí calmada a la vez que sorbía mi taza de té —. Aunque admito que hoy es particularmente aburrido. Por cierto, si vamos a ser amigas preferiría que se dirijan por mi nombre... Jena Gazhali.

—Disculpe, suma sacerdotisa, pero no podemos hacer eso— recalcó Fuyu —. El rey Sukuna fue claro con nosotras y no tolerará ninguna falta de respeto hacia usted.

—Entiendo, Fuyu. Y espero que con el tiempo puedan llamarme por mi nombre. Después de todo, seremos amigas— respondí dedicándoles una sonrisa cálida.

—No creo que eso sea posible por que...— Fuyu fue interrumpida bruscamente por Kaya —. Si la señorita desea que la llamemos por su nombre, no veo el problema, usted puede ordenarnos que la tuteemos y el Rey no debería oponerse, el autorizó que siguiéramos sus órdenes al pie de la letra.

—Gracias, Kaya. Aprecio tu apoyo y respeto hacia mi decisión— respondí.
Fuyu fulminó con la mirada a la chica y está se cruzó de brazos —. Quisiera ir a la biblioteca— demandé luego de terminar el desayuno.

Las cuatro recorrimos el otro lado del jardín que adornaba el centro del Palacio, Fuyu se dirigió al Este, sin embargo, el sonido de la música tradicional me atrajo irremediablemente hasta un estanque. Salté piedra por piedra mientras admiraba la belleza del lugar.

De repente, llegué a un árbol antiguo donde descansaba una mujer misteriosa que tocaba el guqin. Me acerqué con cautela, maravillada por su habilidad. Y del pétalo de un crisantemo una minúscula voz me habló.

—¿Se le ofrece algo, señorita?— cuestionó el Dokkaebi. Se veía muy gracioso vestido con el uniforme imperial.

—¿Puedo entrar?— el duendecillo me observó de pies a cabeza, dudoso.

༻𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora