PRÓLOGO

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LAS líneas rectas dejaron de serlo en un momento de mi existencia y comenzaron a retorcerse, curvarse y abrazarse; y las montañas que un día tan lejano como el Oeste pinté con un lapicero de madera marrón dándoles forma de triángulo también vieron cómo mi vida cambiaba.

Entre Utah y Arizona nada es como se supone que debe ser, pues las montañas adoptan formas indómitas y existe un lugar mágico, en la frontera de estos dos estados norteamericanos, en el que ni el turismo es del todo libre ni funciona Google Maps. Es en ese punto de unión donde nada es como debe ser. El dolor es silencioso, las verdades no son tan reales ni las mentiras tan falsas, y los monstruos pueden tener apariencia humana.

Nunca he tenido miedo de los monstruos, porque los monstruos siempre han estado en mi cabeza, en mi casa y en mi corazón. Puedes quererlos, ellos te pueden querer de vuelta, pero eso no cambia su naturaleza. Por esto, aquellas noches cuando intentó herirme, me miré al espejo, pero este ya no proyectaba mi reflejo. Y nunca más lo iba a hacer. Porque mi alma ya no se encontraba dentro de mi cuerpo y la soledad y la tristeza crearon tormentas que empañaron los cristales.

Sin embargo, aunque haya personas que solo pasen por nuestra vida para enseñarnos a no ser como ellas, las almas gemelas están destinadas a encontrarse. Y es por eso que no puedo escapar. Es por eso que debo quedarme. Porque él y yo nos pertenecemos desde el inicio. 

Moon and SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora