SIETE

135 15 0
                                    


EL primer partido de la temporada en el que participé siendo un Husky se jugó un viernes por la noche. Tan solo era un partido amistoso para celebrar el inicio de temporada, pero aún así estaba nervioso. Los entrenamientos no habían ido del todo bien, Daymen era demasiado egocéntrico como para esforzarse en adaptar su técnica a la de la otra persona y a Bran no le había ido muy bien solo tampoco. No era muy optimista.

Después de varios días cambiándome en los vestuarios con el resto de jugadores, pude comprobar que allí a nadie le importaban una mierda los demás porque todos tenían sus propias cicatrices. Algunas eran de piel seccionada en la zona de las muñecas y los antebrazos, otras eran marcas de inyecciones y las demás eran parecidas a las mías, huellas que dejaron allí personas ajenas.

Al terminar de vestirnos el día del partido, Milan se acercó a mí con un bote azul y una sonrisa que ocupaba todo su rostro.

— No se si te lo habrán dicho, pero en días de partido hay que pintarse la lengua de azul.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— La mascota del equipo es un husky. Ellos tienen la lengua azul y en días de partido hay que ser más husky que nunca.

Axel me pasó el bote y se quedó mirándome. Leí la etiqueta y me tranquilicé al ver que ponía 'Colorante alimenticio'. Desenrosqué la tapa y agarré la pequeña esponja que estaba hundida dentro de la pintura con unas pinzas. Me acerqué a uno de los espejos, intentando que mis ojos no chocaran contra su reflejo, y saqué la lengua, reflexionando sobre si eso era a todo lo que podía aspirar en la vida.

No tienes nada mejor que hacer.

La pintura tenía un sabor amargo parecido al jarabe, pero era soportable. Cuando tuve la lengua toda cubierta de pintura, esperé unos segundos a que se secara y me di la vuelta.

— Esto es lo más desagradable que he hecho hoy. — dije dejando el bote sobre uno de los bancos.

El vestuario masculino estaba decorado con los colores que representaban al equipo. Las paredes eran de un blanco nuclear, haciendo juego con los bancos y las taquillas eran negras, haciendo juego con nuestra equipación. El vestuario femenino, por lo que me habían dicho, era igual solo que con los colores invertidos.

— Sorprendentemente, — comenzó a decir Kenma. — esto es lo tercero más desagradable que he hecho hoy.

Pese a que a Kenma se le veía en buena forma, también tenía cara de estar a dos minutos de morir, por lo que preferí no preguntar qué eran las dos cosas anteriores porque tenía la intuición de que saberlo me haría sentir enfermo.

Salimos del vestuario hacia la pista y esperamos bajo las gradas a que los comentaristas nos dieran paso. Desde allí podíamos escuchar a toda la comunidad universitaria animando a nuestro equipo. Tan solo un par de decenas de personas se habían molestado en viajar desde Fort Worth, Texas, para apoyar a los Linces de The Slayers.

Nuestros nombres y posiciones se fueron escuchando uno a uno. Me habían dejado para el final por ser una 'nueva adquisición', lo cual me hacía sentir como un bolso de marca costoso. Salí al hielo al escuchar mi nombre.

A esas alturas, ya era conocimiento popular que era ambidiestro y Cash, al igual que hizo Narváez en su momento, experimentaba haciéndome entrenar en diferentes posiciones, pero esa noche jugaría de atacante por la izquierda.

Miré hacia las gradas cuando me coloqué en mi sitio y tardé un momento en reconocer a la familia Woodward. Habían ido todos a observar el juego, incluido Kendrew, quien ya se estaba durmiendo en su asiento con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano pequeño. Killeen, por otro lado, se había traído los apuntes de la universidad y los observaba como si esperara que le salieran rayos láser por los ojos. Toda la situación era sorprendentemente corriente.

Moon and SunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora