DIECISIETE

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ESTE partido era crucial. Si perdíamos, no importaba que hubiéramos ganado dos de los cuatro partidos que se necesitaban para pasar a cuartos de final, nos íbamos a nuestra puta casa. Se notaba la tensión en los cuerpos de todos los jugadores y aún más en Milan y en Cash.

En momentos como esos, era cuando realmente conseguíamos ser un equipo real. Las peleas, los problemas, los desacuerdos, todo quedaba fuera y solo pensábamos en una cosa: ganar. Es por eso que el silencio reinaba en el vestuario.

Estábamos ya vestidos con la equipación de visitante y esperábamos a que el entrenador viniera junto con las chicas. Estaba sentado en uno de los bancos con la cabeza apoyada sobre las manos y los codos sobre las rodillas, intentando mantener mi respiración tranquila y mis pensamientos en orden.

Habían pasado muchas cosas en las últimas semanas, desde enamoramientos no correspondidos hasta un chico rubio de ojos dorados y putos hombres lobo, pero nada de eso importaba realmente durante aquellos minutos. Solo podía pensar en la estrategia, en el peso de la raqueta sobre mis manos, el calor de los músculos al ser forzados hasta el límite. Lo único que importaba era el Hosse.

— Muy bien, manada de imbéciles. — dijo el entrenador Cash al entrar en el vestuario seguido por las chicas. — Son muchas las cosas que pueden pasar el día de hoy, pero estamos un paso más adelante de conseguir lo que buscamos. Sé que algunas veces os sentís cansados por toda la mierda que tenemos que pasar para que nos tomen en serio, pero estamos aquí porque nos apasiona lo que hacemos y lo vamos a demostrar. Confío en vosotros y confío en que hoy vamos a ganar. ¡Adelante!

Entre todos, emitimos un fuerte ladrido característico de nuestro equipo y nos levantamos. Caminamos por dentro del estadio de los Velociraptors del equipo Predator hasta que las voces se hicieron más audibles. Aquella vez no tendríamos el apoyo de la cancha, lo cual no era muy reconfortante, pero no dejaríamos que nada nos hiciera venirnos abajo.

Estiramos por fuera de la cancha y dimos un par de vueltas al pista, escuchando los abucheos de los hinchas velociraptor, hasta que fue la hora de ponernos en fila para colocarnos en nuestras posiciones. Primero fue llamado el equipo Predator y luego el Black Monster.

Mientras caminaba hasta mi sitio, me permití concentrarme en las sensaciones. Pese al estruendoso público, lo único que podía escuchar eran los latidos de mi corazón acelerado; sentía el hielo aplastandose y crujiendo con cada una de mis pisadas, el peso del casco y la raqueta en mis manos, la emoción corriendo por mis venas, la sensación de las cámaras apuntando directamente en mi cara; veía a mi equipo igualmente excitado, al equipo contrario alardear de la victoria que no conseguirían, al entrenador Cash pelear con el entrenador de los Velociraptor; y sabía que la familia Woodward me veía desde casa, me deseaban suerte y rezaban porque ganara.

No me hacía falta nada más.

El ruido del silbato del árbitro llamó a los capitanes hasta el centro del pista, donde tiró una moneda para saber qué equipo se adueñaría del primer saque. Por la expresión de Milan, supe que había ganado Predator. Eso no quería decir cómo se desarrollaría el partido, pero era una mierda. Cuando Milan volvió a su puesto y el capitán Raptor se colocó para sacar, el árbitro dio comienzo al partido con otro silbido. Sabíamos que no podíamos rendir al igual que los Velociraptor, por eso debíamos dejar que su equipo se adueñara de la pista durante los dos primeros tiempos del partido.

El primer tiempo fue como esperábamos: Predator consiguió meter un gol en los primeros siete minutos, lo cual llamó la atención de Kenma, que se colocó en posición defensiva porque, si algo odiaba ese chico más que a sus hermanos, era que pasaran sus barreras, por lo que supimos que de ahí en adelante los Raptors no lo tendrían tan fácil; como de costumbre, Peep y Rylee consiguieron una tarjeta amarilla; Axel pasó la línea defensiva varias veces sin conseguir ningún tiro realmente limpio pero, en el minuto catorce, consiguió meter un gol con ayuda de Rylee, con la que chocó la raqueta.

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