|32| 𝕾𝖎𝖓 𝖉𝖊𝖘𝖕𝖊𝖉𝖎𝖉𝖆

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- Amelia

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- Amelia.

El llamado fue acompañado por un toque insistente en la puerta. La pelirroja suspiró cansada, era la tercera vez que intentaba obtener una respuerta de su hija, tomando un respiro profundo tocó nuevamente.

Silencio.

Maldijo en voz baja apoyando la frente en la madera, cerró los ojos y su mente volvió a la noche de la boda, había estado analizando cada detalle de los recuerdos que tenía de Amelia esa noche, pero no obtuvo demasiado, únicamente podía ver a su hija bebiendo, riendo o bailando. Abriendo los ojos tocó, está vez de forma casi desesperada.

- Amelia -probó con su voz en un chillido alarmado-, por favor, abre la puerta.

Nada.

- Sé que estás ahí dentro.

Ni el más mínimo ruido.

Despegó el rostro de la puerta y centró la vista en la manilla, sabía que la habitación estaba cerrada con magia, y probablemente también estuviese silenciada. Entonces, acudieron a su mente los recuerdos de la madrugada, cuando ella entró en el armario después de pedirle a Remus que dejase a Amelia en la cama, recordaba que el grito suplicante de su hija al llamar al castaño le había hecho salir a la habitación encontrándola intentando ponerse de pie con la luz que se colaba por la puerta entrabierta iluminando su rostro desolado, recordaba haberla mecido en sus brazos mientras ella balbuceaba sobre sus sentimientos al hombre, y recordaba no haberla soltado ni siquiera cuando ambas habían caído a los brazos de Morfeo.

Lily había hecho un intento sobrehumano para presentarse en casa de Remus horas después mentalizándose para no arrojarle una serie de maldiciones en cuanto abriera la puerta, sin embargo, el lugar estaba vacío y lo comprobó usando la llave de James para abrir, había encontrado botellas de licor (algunas de ellas rotas) sobre la alformbra frente a la chimenea, en la habitación de él la ropa estaba fuera del armario como si alguien hubiese empacado a toda prisa, y rememoraba los residuos de cigarrillo por los pasillos.

Con un movimiento de cabeza salió de entre sus pensamientos, tocó de nuevo con las esperanzas por el suelo, en definitiva Amelia no abriría esa puerta, no hasta que estuviese preparada y hubiese sanado. Y la pelirroja comenzó a temer que su hija tomase el primer traslador que la llevase lejos.

° ° °

- Señores Potter, ¿está segura de esto?

Tanto Lily como James había llegado a la conclusión que Amelia necesitaba un estimulante para salir de su habitación pues la semana se había cumplido y su hija no daba señales de vida, la única información que tenían de ella era a través de Effie, su elfina, quien se negaba a revelar el estado de la pelicobriza por órdenes de la misma.

La mujer frente al matrimonio cargaba con un pequeño niño que observaba a su alrededor con atención, les recibieron la noche anterior, y hoy, después del desayuno al plantear la propuesta, la abuela no estaba segura de usar a su nieto como anzuelo.

𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora