|40| 𝕮𝖎𝖈𝖆𝖙𝖗𝖎𝖈𝖊𝖘 𝖞 𝖚𝖓𝖆 𝖙𝖊𝖗𝖗𝖆𝖟𝖆

419 22 11
                                    

Un hombre de cabellos castaños cerró la puerta cuidadosamente al salir y un suspiro cansado salió de sus labios, había sido difícil conseguir que Teddy durmiera y más aún dejarlo en una habitación individual

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un hombre de cabellos castaños cerró la puerta cuidadosamente al salir y un suspiro cansado salió de sus labios, había sido difícil conseguir que Teddy durmiera y más aún dejarlo en una habitación individual.

Giró sobre sus talones y entró en la habitación frente a él sonriendo ante la imagen de Amelia tendida sobre la cama, aunque se convirtió en una mueca al darse cuenta que ella estaba totalmente tensa.

Con lentitud se acercó sentándose a la altura de sus caderas y dando mimos en su cabello para relajarla, el efecto fue inmediato, pues la joven le miró destensándose y brindándole una sonrisa a medias.

— Teddy al fin duerme.

— Toda una odisea para Moony y tú, ¿cierto? —rió con cansancio.

— La próxima vez serás tú quien le haga dormir.

— A diferencia de ti, a mí me obedece.

— Presumida —bufó entre risas.

Amelia sonrió cuando Remus la empujó suavemente para poder recostarse a su lado, para ella era extraño dormir con alguien después de tanto tiempo, sin embargo, la sensación del calor corporal de él le hizo sentir que estaba segura y nada ni nadie podía dañarla.

° ° °

— Lily —llamó el pelinegro a su lado.

— ¿Sí?

— ¿Estás dormida?

— Sí —respondió, James se incorporó sobre sus codos encontrándola con una sonrisa divertida en el rostro y los brillantes ojos esmeralda abiertos de par en par— Estoy profundamente dormida, cariño.

Él sonrió poniéndose de pie y escalando hasta su camilla donde se recostó besando su frente. Merlín, agradecía tanto que ella estuviese bien, no sabía qué sería de su vida si algo llegase a sucederle, no podría continuar sin ella. 

Su ceño comenzó a fruncirse conforme pensaba en Amelia, desde hace años se había preguntado si su hija sufría algún tipo de maldición al sucederle tantas cosas negativas, luego se recordaba a sí mismo que era una Potter, y los Potter, por alguna extraña razón, solían pasar por demasiado obstáculos para llegar a su felicidad.

— ¿Qué sucede? —preguntó ella girando para mirarle.

— Estoy preocupado.

— Lo sé. Déjame adivinar: ¿Amelia?

Asintió.

— ¿Crees que haya echo algo terriblemente malo en su vida pasada?

𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora