|67| 𝕯𝖊 𝖋𝖗𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖆𝖑 𝖂𝖎𝖟𝖊𝖓𝖌𝖆𝖒𝖔𝖙

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Una joven de largos rizos negros se observaba en el espejo de la habitación de hotel que había alquilado la noche anterior contemplando la palidez de su piel que se hacía más evidente debido a la tela oscura de la túnica de gala.

«Vestida de princesa para ir a la horca», pensó con una sonrisa amarga.

Su mirada se desvió hacia el pergamino sobre la cama y se lamentó no leerlo con mayor detenimiento, aunque la punzada de culpabilidad no era tan grande al pensar en retrospectiva por lo que había pasado los últimos días y, con el simple pensamiento, sus ojos se humedecieron.

Respiró profundo y tragó saliva haciendo un esfuerzo por enviar cada recuerdo al fondo de su mente quedándose en blanco, meneó la cabeza al darse cuenta que tendría que luchar contra ello durante el juicio.

Estiró el brazo a su bolso sacando un brillo labial que había conseguido ayer por la noche al volver de Gringotts y lo aplicó sobre sus labios sintiéndolos agrietados; de golpe fue consciente de lo delgada y enfermiza que se veía, cuando las lágrimas golpearon sus pupilas, se apresuró a ponerse de pie y guardar sus cosas en el bolso.

° ° °

Lesath entró en el teléfono público muggle, tecleó los números correctos recitando su nombre a la contestadora, tomó la tarjeta y se colocó la capa cubriendo su rostro al momento en que la cabina comenzó a descender.

Se aseguró que su bolso quedase oculto entre la capa y se preparó para el caos que se desataría en cuanto pusiera un pie en el Ministerio.

Al momento en que la cabina tocó suelo firme y las puertas se abrieron miles de flashes la impactaron, la multitud de periodistas no perdió oportunidad para gritarle preguntas, algunos mirándola con odio, otros más con duda y un grupo intentando lanzar hechizos que logró esquivar a pesar del reducido espacio.

Se abrió paso a empujones luchando contra el pánico que se anidaba en su pecho, especialmente porque un par de magos y brujas tiraban de su ropa para mantenerla quieta.

— Señorita, ¡aquí! ¡por favor! ¡tengo una pregunta!

— ¡Mereces el beso del dementor!

— ¡Mire a la cámara, señorita Lestrange!

— ¡Ojalá seas condenada, asesina mentirosa!

— ¿Podría darnos una exclusiva al terminar el juicio?

— ¡Una paria igual a sus padres!

La magia vibró en su piel a lo que apretó los dedos contra sus palmas deseando no perder el control.

Entonces, un tacto en su espalda baja la sobresaltó y la presencia a su izquierda hizo callar a los reporteros, al menos detuvo los hechizos que volaban en su dirección; reconoció al instante a sus salvadores y no pudo evitar sentirse agradecida.

Harry la guió fuera de la multitud, mientras Charlus apuntaba con su varita a los periodistas abriéndoles el camino hacia el ascensor.

Una vez que las puertas se cerraron, Lesath se permitió respirar con normalidad, notó que la capucha se había caído y que temblaba ligeramente.

— ¿Estás bien? —quiso saber Harry preocupado cuando ella se alejó de su tacto.

Sabiendo que le fallaría la voz, asintió en respuesta a lo que Charlus elevó una ceja poco convencido.

— Intentamos contactarte para llegar por chimenea directamente al piso del Wizengamot.

Ella le miró con un nudo en la garganta y se encogió de hombros.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora