|7| 𝕰𝖘𝖙𝖎𝖌𝖒𝖆𝖘 𝕾𝖔𝖈𝖎𝖆𝖑𝖊𝖘

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AMELIA

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AMELIA

El primer día en la facultad fue interesante, y abrumador. 

Al termino de las clases creí que mis expectativas estarían arruinadas, pero no se sintió de esa forma, era algo cercano a la adrenalina, parecido a un aleteo en mi interior, eso lo había determinado después de que un extraño cosquilleo se presentara cuando logré responder correctamente acerca del procedimiento ante una quemadura mágica y se repitió al momento que la profesora me invitó a realizar una práctica.

Los profesores mostraron ser lo suficientemente explícitos como para no bombardearnos de información en las primeras sesiones, nos hablaron acerca de métodos de trabajo, las programaciones de sus clases, los horarios de prácticas, la obtención de pases especiales para visitar San Mungo y, finalmente, todo lo que debíamos conseguir a lo largo de dos años para conseguir nuestro certificado en medimagia, una vez que lo tuviésemos podríamos comenzar los internados en cualquier lugar de nuestra preferencia.

Cada estudiante estaba obligado a cursar un año de internado en Medimagia General, después de haber obtenido el certificado en la facultad. Posteriormente elegiría una especialidad y, dependiendo de ella, se asignarían los años de internado correspondientes.

— ¿Cómo te sientes? —cuestionó Will sentándose a mi lado.

Hace, aproximadamente, cinco minutos que nuestro descanso inició y él había pasado ese tiempo quejándose sobre las clases y los profesores, sin perder detalle cada vez que pasaba algún chico por su lado.

— Creo que podré sobrevivir —respondí mirando el libro en mi regazo— ¿Qué tal tú?

— Estaré bien —se encogió de hombros— ¡El chico del jersey blanco tiene...!

— ¡William! —reprendí.

— ¡... la vista puesta en ti! —terminó, le observé confundida— ¡Te está mirando, Lia!

Negué repetidas veces cubriendo su boca antes de que pudiera llamarle, lo que ocasionó que mi libro resbalase al suelo, lancé una mirada amenazante a Will mientras retiraba la mano de su rostro dispuesta a levantar el libro, sin embargo, para mi desgracia, el chico del jersey adelantó mis acciones acuclillándose frente a mí y tomando el encuadernado.

— Me parece que esto es tuyo —sonrió formando hoyuelos en sus mejillas.

 — Gracias —recibí el libro, sus ojos almendrados brillaron ante eso.

— Soy Adam —ofreció su mano—, Adam Newsome.

— Un placer, soy... —susurré estrechando nuestras manos.

— La hija de los Potter, lo sé —asentí incómoda.

Detrás llegó una chica con un grupo de alumnos, todos ellos se veían eufóricos moviéndose para poder obtener una mejor visión de mí. Realmente odiaba esta parte, la parte en que eres nueva y tienes que lidiar con el peso de tu apellido, además, por alguna razón, se creía que por ser hija de los héroes del mundo mágico debían tratarte como a una diosa o algo similar.

𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora