Capitulo 16

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~Pequeños no tan pequeños~

Cuatro años más tarde...

Anhelo.

No podía negarse el paso del tiempo, ella podía notarlo en todo, y en todos, menos en si misma...sus cambios físicos eran muy mínimos, su rostro y su cuerpo seguían siendo los mismos y también su mente...incluso a veces le desesperaba el hecho de pensar que se quedaría así para siempre, pensando y sintiendo como una chiquilla inmadura y peor aún, viéndose como una; quería sentirse la mujer adulta que, pese a ser madre de dos niños y amarlos y criarlos con todo el amor de su corazón, no se sentía.

Sus hijos crecían, pasando la etapa de bebés a niños, formando sus propias personalidades, haciéndose incluso más bellos de lo que antes fueron.
Camille era de contextura menuda, pese a comer en el desayuno, comida y cena como si fuera la última vez que lo haría en su vida, su cabello negro era largo y lustroso cayendole hasta la mitad de su espalda, ocasión que sus nanas e incluso Freya y ella misma aprovechaban para peinarla de todos los modos conocidos y por conocer.
Camille era físicamente como una muñeca de porcelana viviente, pero dejando a un lado su belleza, su personalidad resultaba...única.

Era inteligente, vivaz, enérgica, valiente, siempre viviendo aventuras imaginarias, siempre pidiendo por más y más cuentos, queriendo explorar el mundo que la rodeaba, conocer más y más de el y rogando a las nanas que en lugar de vestidos se le colocasen pantalones y botas como a su pequeño hermanito.

Recordaba las carcajadas de Jareth y del mismo Kyriel cuando Camille había pedido en la mismísima mesa del comedor mientras desayunaban tirar todos sus vestidos o regalárselos a alguien que los necesitará para ser reemplazados por botas camisas chalecos y claro, pantalones, por qué los vestidos le resultaban muy incómodos para salir a explorar y jugar, cosa que su padre aprovecho para explicarle que su ropa era la que una damita y una princesa debía usar.

-¡Yo no quiero ser una princesa, quiero ser un caballero de armadura plateada!.

Vocifero enojada golpeando la mesa con sus manitas y ella había tenido que detenerla temerosa de incurrir en la irá de su padre, pero el parecía singularmente divertido ante el arrebato de su pequeña.

-¿Para que querrías tu ser un caballero tonta? Ya tenemos muchos.

Se burló Kyriel con la gracia y el porte de un príncipe, aún con solo cuatro años de edad.

Apenas había comenzado a ser instruido por los mejores y más capacitados maestros Fae de el Underground en historia, matemática, artes de guerra y estrategia, esgrima, modales y etiqueta.

Parecía estarse adaptando a su papel de futuro rey, pero ella temía que ser consciente de su futuro lo convirtiera en un pedazo de cabroncito petulante y engreído.

Afortunadamente aún seguía siendo un niño pequeño y tierno con temor a la oscuridad que pedía ser arropado por papá y mamá todas las noches.

Ese día ella lo había regañado y había regañado a su hija para que se comportara, siendo tranquilizada enseguida por su marido, haciendole ver qué solo eran niños siendo niños.

-¡No! ¡No es solo por qué soy una niña!
¡Ya lo verán! ¡Cuando sea grande, seré su caballero de mami y la defenderé de los monstruos!

Gritó la pequeña enfurruñanda poniéndose en una pocision defensiva delante de su mamá.

Aquello si que espoleó a Jareth aquel día y ella se había prácticamente agazapado como una leona delante de Camille, creyendo desde el fondo de su corazón que la audacia de la niña tendría alguna especie de costo.

El dice que mi nombre es anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora