Capitulo 4

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"Cafuné"

"Acción de pasar tiernamente los dedos dentro del cabello de la persona amada"

El rey y su Anhelo continuaban a la sombra del melocotonero, más ebrios de su mutua presencia que de el vino elfíco de su botella que yacía sobre la manta junto a ellos, casi vacía.
La joven miraba al monarca con embeleso, tenía la cabeza reposando sobre sus piernas a manera de almohada mientras él le deshacía con manos hábiles la trenza que se había echo hacia no mucho tiempo, con la firme intención de peinarle el mismo el cabello con sus propios dedos.
Fantasía dulce que deseaba hacer realidad en ese mismo momento.
Cuando al fin lo hubo conseguido, comenzó con su tarea,enterrando las manos en la suave y sedosa cortina azabache desde las raíces hasta las puntas, lenta y pacientemente.
La sensación en sus manos era tan fuerte que le enviaba pequeños espasmos de placer directamente al pecho, acelerando su corazón y con el su respiración.

Que dulce era por fin tocarla.

Ella miraba su rostro atentamente ya sin ningún tipo de vergüenza gracias al vino, sin saber que su mirada escrutadora en conjunto con lo que estaba haciendo lo desasia como mantequilla en un sartén.

Volteó a mirarla sonriendo de nervios

-No es que me desagrade que me mires en lo absoluto, pero no me dejas concentrarme en mi gusto, querida.

-Oh...te estoy interrumpiendo,
disculpa.

Dijo la joven riéndose con sarcasmo adorable y se apresuró a tomar una de las suaves manos que mimaba su cabello.

La llevo hasta su rostro y la analizo detenidamente como si hubiera descubierto oro enmedio de rocas ordinarias.

Sus dedos eran largos y finos y su palma ancha y fuerte.
Blanca, de piel cremosa...incluso sus uñas eran bellas como si tuviera una manicura recién echa.

Respiro profundamente, tratando de llenar los pulmones del aire que su compañero de manta no la dejaba respirar.

¿Acaso ese...hombre, o Fae como el mismo le había dicho era una especie de obra de arte echa por los Dioses?

No supo si fue por el vino, o simplemente magia que alejaba sus absurdos temores, pero acaricio la mano suavemente y entrelazó los dedos con los suyos propios.

-¿No tienes deberes de rey que atender hoy cierto?...yo...o...odiaria que algo nos interrumpierá ahora.
No quiero que...me...me vuelvas a dejar sola...

Admitió ella, balbuceando, avergonzandose en el acto y cerrando los ojos para no ver la cara de satisfacción con la que el rey le contestaría.

-¿Me extrañarias si lo hiciera?

Ella abrió los ojos lentamente y su rostro se torno pensativo un momento para después soltar una carcajada cristalina que provocó un vuelco al estómago de su interlocutor.

Sarah...tan linda

-¿No es algo obvio? ¡Al fin te encontré un defecto! Eres un vanidoso, eso no está bien...

Lo regaño llevando la mano hasta sus labios y besándole el dorso suavemente, para después colocar la palma sobre su mejilla y restregarse contra ella como un gatito.

Jareth la miro asombrado y satisfecho.

¿Ella estaba correspondiendo a su amor?

Lo miro y aleteo las pestañas con coquetería, tal y como los libros decían que las damas castas y puras debían coquetearle a su enamorado.

«Una dama casta y pura no se dejaría lamer el cuello hasta el escote por su enamorado como una vulgar...»

Detuvo el rumbo de sus pensamientos con un repentino ataque de pudor otorgado también por sus lecturas y cubrió su escote cubriéndose con los brazos cruzados sobre el, ocultandolo de su mirada.

El dice que mi nombre es anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora