~No des nada por sentado~
Habían discutido ese día.
Hacía meses que no tenían una sola rencilla, ni un solo disgusto y ese día habían discutido por una estupidez garrafal, algo tan sin sentido, tan ridículo, algo que a la joven Consorte le parecía tan injusto.Ella solo había echo lo que el le dijo que hiciera, no había sido culpa suya.
Malditos Fae pervertidos, enfermos, ¡No es mi culpa!
Pensaba la chica atormentandose a si misma, mientras se arrancaba la joyería y las pequeñas florecitas azules de su peinado con saña.
Ella solo había sido amable.
Un baile, un estúpido baile y una jovial charla en la mesa que ella y Jareth precidian, unas pocas risas con chicas y chicos Fae hijos de un ministro de defensa que probablemente tendrían mil años pero aparentaban su edad.
Todos fueron amables, cordiales e incluso el propio ministro Sir Belmont se portó como todo un caballero sirviendo más vino en su copa mientras su esposo estaba atendiendo a una Baronesa estirada y petulante que desde que inició la fiesta estaba mirándola con ojos de serpiente a punto de morder.Ciertamente no creyó que las atenciones de sus invitados lo molestarian a ese maldito nivel.
Todo lo contrario, creyó que se alegraría por ella, que celebraría el echo de que empezarán a aceptarla y respetarla.Pero no, en definitiva no fue así.
Cuando las hijas menores del ministro un par de gemelas rubias y hermosas de nombre Alana y Fleur la invitaron a bailar con ellas no pensó que estuviera incurriendo en una especie de bajeza para su pocision o indecencia...pero al parecer lo había echo.
Solo tuvo que ponerse de pie y caminar hacia la pista con ellas con cada una de un brazo para llamar la atención de su marido, quien había dejado por completo de prestar atención a la vieja estirada para clavarla en el piso con una mirada de rabia abrazadora.
En un principio murió de miedo.
No tenía idea de que demonios había echo de malo.
Había sido cordial, amable, cortes con todos a pesar de las constantes miradas que la juzgaban y los estúpidos cuchicheos por lo bajo.
El estúpido cotilleo de las cortesanas que acompañaban a los Royals si sus esposas eran demasiado viejas para lucir en un banquete como los que Jareth acostumbraba ofrecer.¿Que había tenido de malo querer divertirse sanamente?
Bueno al menos ella había querido qué fuera sanamente.
No tuvo demasiado tiempo a reaccionar antes de que el se acercará a ella con la gracia de un bailarín y se las arrebatará a las gemelas con un solo movimiento esbozando para ellas una sonrisa que nada tenía que ver con la diplomacia que debía mostrar el soberano de todo el Underground.
Las dos jóvenes lo miraron con sonrisas burlonas y bailaron entre ellas como si nada ubiera pasado.
Una vez a la mitad de la pista de baile, entre magistrales giros, la mirada de Jareth la despedazó.
-¿¡Pero que demonios tienes en la cabeza, cariño!? ¿Mmmm? ¿Cómo se te ocurrió que era buena idea pararte de tu asiento y dejar que ese par de pequeñas lamias pusieran sus manos podridas sobre tu cuerpo?
Ella se había quedado con la boca abierta ante el reclamo, sin saber el por qué de su enfado ni que contestarle y solamente dió otro giro en el que fue guiada con maestria y gracia por el.
Eran uno solo bailando, completamente compaginados en movimiento, nadie podría haber imaginado que de lo que esa pareja hiciera o dijera podría depender la seguridad de el reino entero.
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El dice que mi nombre es anhelo
Hayran KurguElla le derrotó en su propio juego, el no estaba dispuesto a aceptar su derrota pues perder ante ella también significaba perderla para siempre. Sería un mal perdedor entonces, pero el no permitiría que ella se alejara de su lado jamás... El sería s...