Capitulo 10

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~La campeona del pueblo~

Freya tocó la puerta de la habitación blanca donde su ama se encontraba descanzando abatida despues de la terrible reunión con la corte, tenía media hora para poner a la pobre chica lo más decente posible antes de que su majestad regresará a por ella para el almuerzo y no la viera con los ojos rojos e hinchados y los mocos chorreantes, esa no sería una imagen agradable de ver para el.
No imaginaba lo que la pobre humana debía de estar sintiendo, secuestrada, sin memoria y despreciada por la raza de su captor-enamorado.
Sin contar la demostración de poder absoluto que el había dado frente a sus ojos pulverizando a un Fae miembro de su propia corte como si se tratara de un insecto al que matas de un pisotón.

Tocó otra vez con más insistencia y al empujar la puerta, noto con horror que la habitación estaba vacía.

La pequeña elfa se puso livida en el acto.

¿Dónde demonios se había metido?

La ira del Rey sería inevitable.

Si no terminaba de cabeza sobre el pantano del Hedor eterno sería un milagro.

Cerro los ojos y se pasó una mano por la cara rogando a los Dioses que su ama y el pequeño heredero estuvieran bien.

Tenía que avisarle al Rey o el castigo sería peor.

Respiro profundo, temblando de miedo y cerro la puerta.

La pobre chica no podría haber ido muy lejos, seguro que el rey la encontraría rápidamente.
No podía odiarla por el castigo que pondrían sobre ella, ella en su lugar ya se habría vuelto loca.
Lo peor del asunto es que la entendía.

Bien, aceptaría el castigo que su "Real loco y chiflado majestad" pusiera sobre ella con valor.

~~~~~~

-¿Cómo que perdiste a mi esposa, Freya? ¿No fuiste a por ella en cuanto te lo ordene?

La elfa se encogió de terror ante el tono acusador y la mirada brillante de su rey.
Claramente no estaba de humor y aquello era la cereza del gran pastel de amargura que estaba desgustando aquel día.

-Contesta pequeño bicharrajo...

Siseó el rey entre dientes poniéndose de pie del sillon-trono de su despacho muy lentamente.

-Si fui, pero, ella estaba llorando mucho, estaba muy alterada y me pidió que me fuera para que le diera tiempo de tranquilizarse.
Cuando me negué me saco a empujones y a gritos y me cerró la puerta en la cara.
Considere que...

-¿Que cosa Freya? ¿Que era buena idea dejar sola a una muchachita embarazada y deprimida cuando tú única responsabilidad en tu patética e insignificante existencia es acompañarla y consolarla cuando yo no estoy?

Pregunto Jareth con hiel en la boca y conjuro un cristal en su mano.

-Pe-pero señor...

-Cierra la maldita boca elfa inútil.
Cómo siempre todo tengo que hacerlo yo, no sé ni para que diantres les tengo aquí si no sirven para nada.
¡Fuera! No quiero ver tu cara hasta que encuentre a mi mujer...y si le pasó algo, despídete de tu cabeza.

La elfa asíntio temblando de puro pavor y salió del despacho casi volando.

Jareth se concentro y la imagen de su "Anhelo" se reflejo en la superficie de la redonda esfera.

Corría, entre lágrimas por una zona boscosa que por un momento no atino a reconocer, estaba lejos de el laberinto, en esa área no había peligro alguno para ella salvó que se cayera en algún hoyo y se golpeara en el vientre.

El dice que mi nombre es anheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora