~Amistad clandestina~
El se había ido. El no llegaría a la comida o la cena y tampoco al anochecer. No estaría con ellos compartiendo la mesa, ni su cuerpo en la cama, a su lado, dándole calor, mimos dulces y de el fuego de la pasión que lo consumía por ella.
No le escucharía reír con esa risa tan suya, echando la cabeza hacia atrás, travieso como un niño y malvado como un demonio.
No escucharía el eco de sus botas sobre los alfombrados pisos al caminar ni lo vería enseñarle esgrima a Kyriel y Camille por las tardes.Tampoco le escucharía cantar y eso dolía de un modo profundo a la vez que extraño.
Era como si le hubieran arrancado a la fuerza un color al arcoíris. Un sabor o un aroma a la vida.
Su voz profunda, acariciante y sensual, poderosa e hipnótica no sonaría más por la casa acompañando armoniosamente al sonido dulce de las notas musicales del piano de Kyriel. Y eso dolía¿Por qué?
Su ausencia se sentía tan pesada y dolorosa como se podía llegar a sentir de agradable y amena su precensia cuando estaba de buenas, claro.
Su ser inhumano, magico y antinatural era la vida misma de ese castillo muy a pesar de los niños, sus hijos quienes en realidad solo eran habitantes de ese lugar. Su inocencia y alegría no tenía nada que ver con la antigüedad y la imponencia de aquel sitio. Muy por el contrario que su padre; su castillo y el convinaban a la perfección cuál si fueran uno solo.
A veces en las tardes nevadas, grises, heladas y demasiado largas llegaba a pensar que también el era la vida de el mismísimo Underground.
Vida que seguía su curso sin detenerse, pero...pero faltaba Él.
Anhelo cumplía con lo que le prometió aún sintiéndose triste.
Estaba alimentándose correctamente, cuidando de sus hijos, levantandolos por las mañanas y arropandolos por las noches a la hora de dormir después de su respectivo cuento.
Los niños estaban bien, jugaban y se divertían, pero después de un mes de no ver a su padre habían comenzado a insistir para saber cuánto más tiempo tardaría en volver.
La realidad era que ni ella misma lo sabía. Y tambien eso le inquietaba ¿Debía estar triste entonces?
¿Como debía sentirse?Se dijo a si misma que eso no debía importar, que lo importante eran sus hijos y así lo hizo.Les dio la prioridad a ellos por encima de su mal sentir y de su demasiado obvia ansiedad
Les contó historias fantásticas junto al fuego de la chimenea de la sala de estar principal, todo aquel día sobre su padre.
Historias que ella misma invento donde el era una especie de superhéroe o príncipe al rescate de una joven damisela en apuros o de una chica indefensa a merced de personas malvadas y cuando llegó la noche los pequeños decidieron dormirse juntos.
Al parecer las historias en lugar de hacerlos sentir orgulloso de papá los hicieron necesitarlo más.
Se sentían aún más solos y ella no pudo culparlos por eso. Se los consintió sin rechistar, e incluso ella deseo quedarse a dormir junto con ellos, pero supuso que tal vez Jareth la vería por los cristales y aquello era probable que no le gustará. Le gustaba que los niños fuesen independientes y con la sangre más fria que la humana, aún que ella siempre se las arreglará para consentirlos demás o malcriarlos solo un poco con su amor maternal, manteniendo viva esa flama de piedad y misericordia, de buena fe que podía encontrarse en las almas humanas más puras.
Volviendo al tema y sin divagar, ya hacía un mes de su despedida por la madrugada, esa despedida extraña llena de sentimientos, de miedo y tristeza...de...¿Celos?.
Ella jamás le había dado motivos, pero en su ausencia y con la precensia de un varón ajeno al castillo era casi justificable su desconfiar más sin embargo aún así, ella le tenía miedo.
Y el lo sabía, ella jamás se atrevería a...ella nunca lo haría. Le temia demasiado. El era demasiado posesivo respecto a sus hijos, a ella, sobre todo a ella, si acaso se atreviera alguna vez, cosa que nunca ocurría...lo más seguro es que terminara muerta y con sus cenizas esparcidas a los cuatro vientos, si bien le iba...
Dio la treceava vuelta sobre su demasiado grande y helada cama sin conseguir dormirse. Deseaba compañía con todo su ser.
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El dice que mi nombre es anhelo
FanfictionElla le derrotó en su propio juego, el no estaba dispuesto a aceptar su derrota pues perder ante ella también significaba perderla para siempre. Sería un mal perdedor entonces, pero el no permitiría que ella se alejara de su lado jamás... El sería s...