22.

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𝓜. 𝓟

—Lo digo en serio, Ethan me saca mucho de quicio— Alice caminaba angustiada por toda la habitación, con un cigarrillo entre los dedos.

—¿Y piensas hablarlo con el?— me encontraba de cabeza abajo en la orilla de mi cama.

— No— dijo con obviedad— sabes que me incomodan mucho esas charlas.

Alice llevaba semanas quejándose de lo mismo. De la gran actitud arrogante del ravenclaw Ethan, por el cual se habían peleado con Albert.

—¿Cómo está Alb?— se apoyó en la pared, y dirigió su mirada al techo.

Alice acostumbraba a preguntar por el de vez en cuando, y era entendible, realmente extrañaba que estemos juntos en todos lados.

— Con Lara— estiré mi mano hasta la cajetilla con cigarrillos— pasan la mayor parte del día juntos entonces, ya sabes— lo coloqué entre mis labios, y con un movimiento de mi varita lo encendí.

Notaba la mirada perdida de Alice y en verdad me preocupaba, sabía que no había sido fácil para ella estar alejada de Albert, y ambos eran demasiado orgullosos como para hablarse nuevamente.

Y aún se seguía sintiendo extraño.

Así que acostumbraba a verme con Teddy en la biblioteca, pero no pasábamos mucho tiempo juntos, solo unas horas de estudiar y nada más.

De ahí acostumbraba a sentarme junto a Albert en las materias, o si tal vez nos tocaban distintas clases prefería sentarme con una chica de Ravenclaw, con la que solo acostumbramos a intercambiar las palabras necesarias.

Y después de esa tarde con Tom, mi mente solo se mantuvo en el.

En sus ojos acumulando más placer en mi centro, y sus dedos ágiles moviéndose en mi.

Y ni hablar de sus labios.

Era algo que realmente me iba a volver loca.

—¿Que tanto piensas?— la pelirroja le dio una calada a su cigarrillo.

No le iba a decir que estaba pensando en un hombre que tenía la edad de mi padre.

—En el idiota de mi progenitor.

—¿Que pasa con el? ¿Te ha escrito?— frunció el entrecerrando .

—No,no- es que-

Sentí mi garganta arder, tal vez era tristeza, o tal vez solo enojo.

—El vendrá a Hogwarts mañana, por unos problemas con Lucia—exhale todo el humo.

—Carajo— murmuró apenada—¿Y por qué no me lo mencionaste antes?— exigió.

MA PETITE | Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora