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𝓜. 𝓟

Tom Riddle

Yo ya me encontraba despierto como hacía alrededor de unos quince minutos, y aún me asombraba lo hermosa que era mi Camille hasta en su momento mas vulnerable— que era durmiendo.

Su boca estaba algo entreabierta, su mandíbula suavemente marcada y varios delicados mechones ondulados de su cabello caían sobre su rostro— y solo mi corazón sabía lo mucho que quería grabar esa imagen en mi memoria.

Sus pecas se resaltaban aún más con la luz que se colaba por la cortina. Sus labios rosados con pequeñas llagas de la noche anterior, y esos hermosos lunares que brillaban en sus hombros.

Estaba completamente a su disposición, de ella y solo para ella.

Mi preciosa Camille.

Mi mayor temor era que al después de poseerla todo mi interés desapareciera. Pero no, todo se había intensificado.

Y mi orgullo crecía al ver mis marcas en su pálida piel.

Estaba tan cautivado por ella y esa intensa personalidad que revolucionaba mis neuronas.
Y me hacía caer en que ella era la fuente mis deseos, y añoranzas más profundas.

Ya quería ver esos ojos avellana mirándome con intensidad, así que inicié un camino de besos por su hombros, llegando a su mejilla bañada de pecas.

Comenzó a removerse y a gruñir por lo bajo.

— Déjenme dormir— murmuró incoherente mientras se removía en las sábanas, y me daba la espalda.

Reí por lo bajo ante eso y mis brazos la rodearon, haciéndome esconder el rostro en el hueco de su cuello y espalda.

— Ya es hora de levantarse, mi amor— susurré entre besos que bajaban por su espalda.

— Cinco minutos más, Alice— volvió a hablar, sonando completamente fuera de sí.

— No creo tener el cabello teñido de rosa, pero es una muy buena sugerencia. La tomaré en cuenta— acerqué mi rostro al de ella.

Rápidamente abrió los ojos y ladeó su cabeza encontrándose conmigo.

— Tom— murmuró extrañada con en ceño fruncido.

— Camille— respondí con una breve sonrisa.

Su rostro se iluminó en una sonrisa, y dejó un rápido beso en mi mejilla, dándose completamente la vuelta para quedar cara a cara.

— Buenos días— sonrió subiendo su mano a mi mejilla.— Que sorpresa encontrarte aquí.

— Buenos días, Cam. También me alegra verte—tomé su mano que me acariciaba para dejar un beso en ella.

MA PETITE | Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora