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𝓜. 𝓟

Tom Riddle

Al ingresar vi como la luna hizo que el brillo de sus ojos se intensificara, y estaba más que seguro que sería la noche más preciosa que mi ser había vivido.

— Ven— nos adentre más en la torre, pero notaba que ella seguía con confusión.

No lo puedo negar, me encontraba demasiado nervioso pero hacia todo lo posible para que ella no lo notara. Ya que deseaba brindarle toda la confianza posible.

Y no podía explicar lo mucho que mi corazón se aceleraba al sentir nuestras manos entrelazadas, y lo suave y delicada que ella era al tomarme la mano.

Estaba completamente en las nubes.

Saque mi varita del bolsillo con mi otra mano, y con un rápido movimiento una tela se esparció por el suelo, así sumándosele dos cojines, una botella de champán, dos copas y un candelabro.

Sus ojos se agrandaron al igual que una sonrisa con sus labios apretados se posaba en su rostro. Rápidamente dirigió su mirada a mi con ambas de sus cejas levantadas, y puro asombro— mezclado con felicidad— en ella.

— Eres...— intento buscar las palabras por un segundo—.Eres una caja de pandora, Tom Riddle— me brindo una sonrisa que pude reconocer como la más sincera de la felicidad, y supe que con eso estaría más que llena mi vida.

— No sé si tomarlo como un cumplido o como un insulto— fruncí las cejas aparentando demencia, y viéndola negar la cabeza—. Pero supongo que tendré que decir graci-

Sus cálidos labios me silenciaron de una manera tan suave que juro que si esa era la manera de silenciarme en todas las ocasiones no me quejaría de ninguna manera.

— Solo debes decir gracias— apoyó su frente contra la mía, entonces sintiendo su cariño y delicioso aroma a frutilla.

Nos guié hasta la manta que ya se situaba en el suelo, y le hice una seña para tomar asiento. A lo que ambos nos sentamos—uno al lado del otro— y soltamos un gran suspiro.

— No me esperaba algo tan rustico— dirigió su mirada a mi con una leve sonrisa.

— No sabía exactamente qué temática para la cita te gustaría, así que opté por algo ligero— exclamé tomando la botella con champán.

Servi el líquido en ambas copas y le entregue una de ellas. Agradeció, y posó su mirada firmemente en el cielo.

— Te dije que dejaras de leerme la mente— reprochó.

MA PETITE | Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora