Capítulo V

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Estacionó el auto frente al Coliseum con muchas ganas de ver a su mejor amiga, se miró en el retrovisor para comprobar que el maquillaje puesto en su mejilla le tapaba bien el moretón, agarró sus pertenencias, bajó del auto dándole un pequeño portazo y se quitó los lentes. Ese restaurante era el favorito de ambas cuando tenían antojos de comer una exquisita y original pasta italiana, conocían bastantes pues sabían al dedillo casi todo su país, Inglaterra y cada rincón londinense, pero, sin duda, ese se quedaba en primera posición. Se quitó los lentes de sol para contemplar a Rebecca estaba esperándola en la entrada, su cabello rubio radiante brillaba con el escaso sol del día, su vestimenta semi formal le daba un aspecto jovial —solo era dos años menor—, en su dedo anular se encontraban relucientes sus anillos de matrimonio y compromiso. Una sonrisa amplia empezó a formarse en sus labios en cada paso que daba, se abrazaron a penas estuvieron frente a frente y se dieron un ligero apretón antes de separarse por completo. Rebecca tenía el aspecto estándar europeo, mandíbula marcada, nariz perfilada como si fuera esculpida por el mismísimo Bernini y poseía unos ojos azules como los suyos, que en ese instante estaban ocultos por unos lentes aviador. Respiró con tranquilidad pensando que la cobertura en esa parte sencible de su piel había cumplido bien su función.

—Me tienes que contar cómo te fue en Liverpool —le dio un codazo suave en la costilla haciendo reír a Rebecca.

—Me fue genial, pensé que no podría enfrentarme contra esos ansianos de mierda —soltó una carcajada abrazando a su mejor amiga por los hombros—. No sé en qué momento escogí ser relacionista pública, porque te juro que a veces me arrepiento.

—Tonterías, eres una excelente relacionista pública —le sonrió empezando a mirar hacia su alrededor para buscar un lugar y señaló justo al lado de la ventana.

—Lo dices para hacerme sentir mejor —fingió estar indignada caminando a la mesa desocupada—. En fin, cariño, dime cómo te está yendo en M&F Agency. Supongo que no es muy fácil para ti estar sentada todo el día detrás de un escritorio, ¿no? —Lara suspiró acomodando su bolso en el respaldar de la silla.

—En parte sí —admitió dejándose caer con elegancia en la silla—, pero era una "pausa" necesaria, si carrera está estancada y no sé cuándo podré retomar todo como antes —Rebecca le sonrió de medio lado agarrando sus manos sobre la mesa.

—Ya sabes lo que opino, Max —usó su sobrenombre con un tono cariñoso—, estás estancada desde que sigues con Ericka, su toxicidad ha detenido tus rachas buenas.

—Becca, por favor —su mejor amiga rodó los ojos soltando sus manos a penas el mesero llegó a dejarles la carta.

—Gracias —él asintió con una pequeña inclinación portando su lustre unirme con orgullo, se retiró—. ¿Acaso eres masoquista, Lara? —prosiguió molestia en su voz y esta negó con su cabeza varias veces—, pues, déjame decirte que eso aparece.

—No lo soy —casi rechinó los dientes al contestar—, mi estancamiento laboral no tiene que ver por nuestra relación.

—¡Já! —se burló negando varias veces con su cabeza— Lara, somos mejores amigas desde la secundaria, te conozco mucho mejor que cualquiera —la miró con los entrecerrados—. Sé que estás usando mucho maquillaje y tú nunca sueles usar tantos polvos porque no te gusta arruirte el cutis.

—Becca, no quiero pelearme también contigo —le pidió con una mirada triste recordando la discusión con su hermano.

—Está bien, está bien, lo dejaré pasar esta vez, pero te advierto que en la próxima que esa mujer se le ocurra tocarte un solo cabello, le quemaré toda su ropa de marca y la dejaré tirada en un puente. —accedió algo fastidiada abriendo el menú por fin—. ¿Puedo saber con quién te peleaste?

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora