Capítulo XXX

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Las puertas del elevador se cerraron detrás de sí, M&F Agency quedaba atrás un día más. Amaba trabajar en ese lugar, ya no solo llegaba por inercia a ejercer la profesión que tanto amaba, como hace casi dos años, sino que esa motivación de navegar contra corriente, conseguir excelentes clientes y resultados fenomenales había regresado a ella. Nuevos becarios ingresaban a hacer sus prácticas profesionales le expresaban su admiración, agregándole ese amor extra al trabajo. Despidiéndose de sus compañeros quisquillosos—sabía de las apuestas a sus espaldas sobre un posible matrimonio—, lo cuál le parecía divertido porque estaban todavía muy lejos de ello, ni siquiera vivían completamente juntas, sonriendo ante las ocurrencias, se dirigió al gran parqueo del edificio. Volvería a su casa temprano, su bello cuñado le había concedido el permiso de hacerlo, o mejor dicho, le ordenó salir temprano porque Lara había regresado un viaje importante de negocios que tuvo por casi quince días a New Zeland, fue difícil para ambas esa separación temporal. Admitía que llegó a costarle en un principio la lejanía, sobretodo, sintió gran miedo por lo sucedido tiempo atrás, pero las terapias en pareja fueron de gran ayuda. Por su parte entendió que no podían—ninguna de las dos—, meterse en una bola de cristal, debían seguir sus vidas como siempre. Llevaban seis meses oficiales de relación, donde hubo días difíciles, adjuntándole el juicio contra Andrew Collins, ese tirador sin vergüenza que fingió padecer una enfermedad mental frente a la corte, una estrategia conocida para que no lo llevaran a prisión, pero esa jugada de sus abogados no le causó nada más que una humillación y al final debía purgar un largo período en prisión. Ingresó a su auto dejando sus objetos tranquila, se detendría en el camino, buscaría comprarle flores a esa hermosa relacionista internacional que había extrañado todos esos días.

Quedó enfrascada en el tráfico repentino, no llevaba ni cinco minutos, miró qué hora era en la consola del auto, quería llegar a tiempo. Como parecía que iba a demorarse salir enfrascamiento o cuello de botella, comenzó a recordar las cosas que le sucedieron ante la ausencia de Lara. Entre ellas algo peculiar, un sueño que tuvo con Annie, pero lejos de haber sido incómodo, o molesto, fue llenador, sintió mucha paz después de eso.

Flashback:

Terminando su rutina de aseo, Helena bostezó acercándose a la cama, vacía. Desvió su mirada, se encontró a Pinky plácidamente dormido en su propio lugar. Suspirando se dejó caer sobre ella, se repetía a sí misma que faltaba mucho menos para tener a su novia de regreso. Acostándome boca abajo, miró la ventana cubierta por las cortinas poco traslúcidas, comenzó a sentir los párpados pesados.

—Buenas noches, amor —susurró dejándose llevar por el sueño.

Helena pronto no supo qué sucedía, se sentía desorientada; comenzó a poco a poco la residencia dónde vivió muchos años junto a Annie. Extrañada miró a todos lados, no había nadie afuera de sus casas, parecía desolado, mirando sus manos siguió avanzando impulsada por algo. Sentía como el pulso comenzaba a acelerarse a la medida que se acercaba. Empezó a desarrollar cierto miedo, quería correr a otra dirección, buscar entre los jardines a Lara, necesitaba abrazarla, sentir esa protección que solo sus brazos le daban, necesitaba dominar su sueño, pero eso no estaba sucediendo.

No corras, Helena —escuchó esa voz dulce detrás suyo, se detuvo dudativa—. Nada malo te pasará, prometo que no es una pesadilla.

—¿Annie? —se giró sintiéndose pronto tranquila. Su difunta esposa asintió sonriente caminando poco a poco.

Llevaba un hermoso vestido floreado, uno que le gustaba tanto usar en la primavera. Jamás podría olvidarlo, porque fue ella misma quien se lo regaló, era irreal estar frente a Annie sintiendo las ganas de correr hacia Lara.

—Hola, nena —se acercó por completo extendiendo sus manos para que se las tomara—. Estaba esperando paciente para hablar contigo también. Pero, antes, quiero decirte que sigues estando igual, o más hermosa como recordaba —transmitía paz su mirada—. Veo que Lara ha estado haciéndote muy feliz.

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora