Capítulo VII

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El invierno comenzaba a hacerse mucho más presente, el otoño estaba despidiéndose para tranquilidad de Helena. Se contaban diez días desde que aceptó la invitación de Lara a tomar café y el mejor pastel de chocolate como le prometió, ¿a quién engañaba?, se mostraba deseosa de poder volver, fantasiaba con probar algo más que ese pastel, como los macarones, las crepas y los croissant. Planeaba llevar a Jamie, debía contarle muchas cosas, debía esperar un poco hasta que volviera de unos cuántos seminarios que impartía en Brasil sobre tatuajes, no dudaría en citarla a una tarde de café. Helena no tuvo muchas oportunidades para volver a entablar una conversación con la hermosa ojiazul, notó que se encontraba mucho más ocupada con su trabajo; quería preguntarle si tomó la decisión de amarse ella misma y dejar a su tóxica novia. Sin embargo, se saludaban con una pequeña sonrisa cuando se topaban en algún pasillo, le alegraba por lo menos saber que los hermanos Maxwell se mostraban unidos como antes, salían a almorzar juntos y regresaban igual. Como era sábado, decidió dar un pequeño paseo con Pinky por el Victoria Park, no creía correr con la misma suerte de que su canino amigo empapara a alguien más.

—Iremos a dar un paseo al parque, Pinky —se colocó de cuclillas para colocarle su correspondiente correa—, ya tenemos suficiente de no salir juntos —el can gimoteó contento por la decisión de su dueña.

Su vestimenta era acorde con la estación, un bello vestido floreado que mostraba a su piel poco bronceada necesitar un poco de sol, vitamina D. Se colocó un sombrero que le cubriría el rostro un poco para no parecer un calamar —usaba crema protectora solar—. Salieron del edificio saludando con cortesía a sus vecinos amistosos y tomaron dirección a Victoria Park, no existía urgencia por llegar, se tomó su tiempo para caminar. Tal parecía que sería un bello día comer afuera, por suerte, la mayoría de restaurantes y locales eran pet friendly, no tendría por qué preocuparse en dejarlo afuera injustamente. Milagrosamente se sentía menos irritada, observaron a lo lejos la frondosa arboleda empezar a mostrarse ante sus ojos, reconoció a los niños ansiosos caminar sin dejar de sostener sus cometas para volarlos en el cielo. Pinky ladraba como si los estuviera saludando, acercó el paso de su dueña obligándola a caminar más rápido.

—Tranquilo, Pinky —sintió los jalonazos que en su brazo—, si que estás ansioso por llegar, ¿eh? —soltó una carcajada dejándose llevar por él.

Los food truck empezaban a estacionarse en línea para llamar la atención de los niños como una buena estrategia, suspiró convencida del daño que le estaban provocando a los niños por incentivar el consumo de azúcar a tan temprana edad y hora. Bueno, tal vez ella podría darse un pequeño gusto más adelante, porque esos helados con sorbeto se veían interesantes —por no decir deliciosos—. A lo lejos divisó una silueta familiar caminar desentendida de los demás, era Lara que caminaba sola por esos rumbos, se detuvo donde parecía se iba a disputar algún tipo de espectáculo y no encontró motivo para no acercarse a saludar, eran compañeras después de todo. Escuchó por los parlantes que se daría en el Victoria Park, una competencia de botes a control remoto, le dio gracia sentirse metida en una conocida película familiar. Dos figuras más se acercaron a Lara con un enorme control remoto, ¿serían esos los hijos de su jefe?

—Tía, ¿no estamos un poco grandes para participar en esto? —Helena les calculó unos diecisiete años, por supuesto que eran hijos de su jefe, eran una mezcla de Selina y Reed.

—Eso tienen que decírselo a su padre, Madison —los miró con diversión porque efectivamente habían más niños pequeños que adolescentes.

Pinky comenzó a ladrar logrando llamar la atención de los tres presentes, estos se giraron para mirarlos, sintió como empezaba a sonrojarse por la atención que estaba recibiendo de los tres Maxwell. Lara iba vestida con un short, unas sandalias, una blusa blanca y una franela encima, parecían extrañas vestidas tan informarles, los gemelos vestían sport, mostraban que venían de una buena familia con status alto.

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora