Lara no podía eliminar la sonrisa enorme enamorada que tenía su rostro; Helena Evans era la buena culpable, esa mujer había llegado para voltear de buena forma su vida desde que la vio. ¿Quién podría culparla? En sus planes no estaba enamorarse de otra mujer, menos estando en una relación como la que tuvo con Ericka, completamente perjudicial para su salud mental y física. En cambio con Helena, todo resultaba ser diferente; entendían en cierta medida sus sufrimientos individuales, se apoyaban mutuamente en los momentos más determinantes y complicados. "La medida del amor, es amar sin medida", aquella frase de San Agustín la comprendía ahora, no podía tan siquiera explicar como su corazón latía revoltoso con solo la idea de verla; poder abrazarla, acariciar su rostro y robarle besos porque sí.
Podría decirse a sí misma que, Lara Maxwell por fin daba y recibía amor como lo mereció siempre. Tal vez perdió a sus padres cuando estos no aceptaron su forma de amar, pero la vida misma se encargó de retribuirle ese vacío así, poniéndola en su camino. La ojiazul suspiró apreciando los copos de nieve sin mortificarse como antes; desde el cambio de año comenzó a ver todo diferente. Mucho se debía a un sueño interesante que tuvo dos noches antes de pedirle la cita a Helena, fue con Annie, no estaba del todo segura si se trató de su subconsciente.
Flashback:
Lara terminó su llamada con la publicista, como hacía todas las noches, sentían que se extrañaban mucho a pesar de llevar una poca distancia, podían sobrevivir ambas lo sabían, pero se acostumbraron a estar hablando en sus tiempos libres. Ese día sentía un cansancio enorme, sus ojos casi se cerraban solos y no tuvo más remedio que terminar mucho antes la llamada, con sueño no funcionaban ninguno de sus sentidos bien.
Colocó su cabeza en la almohada, no supo cómo, solo se quedó dormida y las pocas horas de haberlo hecho, comenzó a soñar. Caminaba por un barrio que desconocía, eran casas familiares, bonitas y tenía aspecto tranquilo, no sabía dónde estaba, solo seguía caminando como si fuese guiada. Llegó justo detrás de una casa específica, frunció su ceño al ver a una mujer sentada el pórtico de la casa, se veía relajada tomando una taza de café, hasta el aroma percibía, en su mano izquierda relucía un bello anillo de matrimonio, le parecía algo familiar.
—Hola, Lara —saludó esa mujer sonriéndole tranquila—. No te quedes ahí, acércate, he estado esperando un tiempo para hablar contigo a solas.
—¿Disculpa? No quiero ser descortés, solo que no la conozco y no entiendo a qué se refiere —aquella hermosa mujer se rio negando con su cabeza.
—Cierto, tal vez no me recuerdes en este momento —se adelantó alegre levantándose—. Mi nombre es Annie Grant, es un gusto conocerte.
—¿Annie Grant? —su corazón dio un pequeño salto viéndola asentir tomando más del líquido de su taza— ¿Eres...?
—Sí, fui su esposa. No sientas miedo, no pedí estar aquí y hablar contigo para asustarte o mortificarte —se rio una vez más invitándola con su mano a seguirla al interior de la casa—. Todo lo contrario, quiero darte las gracias por llegar e insistir estar en su vida. No la había visto tan feliz desde que estuvo conmigo, ya no llora por las noches ni tampoco me llama.
—¿En serio no te molesta que esté con Helena? —Annie negó varias veces dándole un apretón en su mano.
—No, Lara. ¿Cómo podría estar enojada con las dos? Jamás, yo nunca fui una mujer egoísta —sonrió alejando su mano—. Ahora estoy descansando en paz; sé que sabes mi historia. Tú y yo sabemos que no hubiese podido darle la misma vida que tuvimos antes de mi enfermedad —la relacionista suspiró comprendiendo—. Fui el primer amor de Helena a nadie podemos engañar, fui su primera vez en muchas cosas y vivimos un bello amor muchos años —se quedó en silencio mirándola fijo a los ojos, transmitía mucha paz—. Sin embargo, tú eres el amor de su vida, Lara Maxwell. No puedo prometerte que tendrán una vida lineal de color rosa, porque no, pero estarán unidas por esa eternidad.
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Un Corazón Nuevo
RomanceSe cumplía un año desde que su esposa, su mejor amiga y alma gemela se fue de su vida, pero no solo la había perdido a ella, también se perdió a sí misma, le dolía respirar, le dolía vivir sin su presencia. En un día común y corriente conoce a la h...