Capítulo XVII

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El delicioso olor a ajo, cebolla y demás especias se mezclaba exquisitamente con la carne recién asada, abriendo a su paso el apetito. Cada familia había apartado sin ser necesario algo más, cervezas, bocadillos y frituras para acompañar los cortes, era increíble verlos colaborar y compartir entre ellos como si se conocieran de toda la vida; lo hacían muy cómodos sentados en sus sillas playeras tomando cerveza, resultaba cálido y extrañamente acogedora la imagen.

Ahí estaba sentada ella en un tronco seco sobre el suelo, dedicándose a observar a los niños jugar libremente alrededor, sus risas vitales lograron sacarle más de una sonrisa, le recordaban mucho su infancia y las fogatas familiares en sus días de campo antes de entrar a la primaria, eran buenos recuerdos. Desvió unos segundos su mirada al cielo, los rayos naranjas y rosados comenzaban a parecer, estaba iniciando un nuevo bello atardecer, uno que pronto extrañaría contemplar. A su mente llegó el recuerdo de Annie, suspiró agitando su botella buscando calentar el líquido, llevaba días sin pensarla, se sorprendía lo mucho que su vida cambió y seguía cambiando, pero ya no existía el menor rastro de culpabilidad por ello. Dio el último trago para dejar la botella cerca de sus pies, movió sus labios sintiendo el licor desvanecerse poco a poco, escuchó el ligero crujir de las ramas secas, mirando de soslayo se dio cuenta que era su mejor amiga, Jamie, se acercaba ofreciéndole un plato con los bocadillos y corte de carne recién asado, le sonrió rodeando el tronco.

—Hey, aquí Lara te mandó el corte más grande, ¿debería enojarme por ese favoritismo, Hel? —miró más allá de Jamie, se encontrándose a Lara con el cuerpo inclinado acariciando las orejas de Pinky, sonrió imaginando qué le estaba diciendo a su peludo amigo.

—Solo está siendo considerada conmigo —miró el tamaño del corte sonriendo divertida—. Supongo que les debo una disculpa, no pretendí hablarles así, yo...

—Tranquila, no hace falta que te disculpes —le sonrió negando con su cabeza antes de robarle una fritura sentándose a su lado dirigiendo su mirada a los niños—, Lara nos contó que creíste haber arruinado las cosas, pero no es así, somos adultas no vamos a enojarnos por eso —Helena bajó su inclinó su cabeza, esa ojiazul se encargaba de ayudarla en lo que podía sin pedírselo—. Lo que sí me gustaría es que hablaras conmigo, si te sientes incómoda dímelo, sigo siendo tu mejor amiga, no lo olvides.

—Sí, lo sé —asintió recargando la cabeza en su hombro—, últimamente he pasado mucho tiempo junto a Lara que contigo, lo siento.

—Sabes que no me refería a eso, tontita, sino a que debes hacerme saber si algún tema te molesta y esas cosas —se rio despreocupada dándole un pequeño beso en su cabello—. No podría estar molesta por eso, si hay alguien que ha estado ayudándote a salir de esos muros esa es Lara.

—¿Eso crees? —preguntó dudosa mirando a su tatuadora amiga—, ¿no te parece extraño?

—¿Por qué crees eso, Hel? —recargó su cabeza en la palma de su mano viéndola comer—, a mí no me parece extraño, mereces que una mujer madura y guapa esté ayudándote, cariño —Helena casi se ahoga gracias a su comentario—. A ti solo te abruma el hecho de que lleven casi nada de conocerse y, es entendible, porque llevaste la mitad de tu vida junto a Annie. ¿Puedo saber que sientes cuando estás con Lara?

—Me siento muy cómoda a su lado, es respetuosa conmigo —arrugó su nariz tomando cerveza buscando ayudarse a bajar la comida—. Si soy honesta, nunca creí encontrar esa comodidad en alguien más que no fuera mi familia, ya sabes que Rick y tú son parte.

—Recuerda que a veces no se necesita tener años de conocer a alguien, porque puede llegar una persona y marcar la diferencia en muchos sentidos —encogió sus hombros mirando a Lara hablar con una campista atractiva—. Diciendo esto te pido de corazón que, si surge la oportunidad de volver a ser feliz; no dudes en tomarla, Hel —volvió a mirar a su confundida mejor amiga.

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora