Un Corazón Nuevo

Capítulo I

Solo podía cerrar sus ojos para intentar amortiguar la ridícula canción que había en el ascensor y a eso le se sumaba algunos colaboradores que se decían llamar sus compañeros de trabajo —unos que nunca llegó a conocer—, hablaban como si nunca se hubieran conocido, suspiró aliviada cuando las metálicas puertas se abrieron para que estos salieran, soltó un ligero y discreto gruñido de alivio, en realidad, ellos no tenían la culpa que amaneciera irritada, aunque desde hace un año atrás su humor no era el mismo, su vida no era la misma, tampoco se lograba explicar cómo seguían soportándola, o al menos ninguno de ellos comparte las veinticuatro siete con ella como lo hace Pinky —su hermoso can—, no sabía qué haría sin su compañía. Desde que Annie no está, él se ha convertido en su refugio, a pesar de que tiene a su familia y amigos, no le gusta llenarles los hombros con sus problemas actuales. Levantó su mirada para cerciorar de que haya colocado el número correcto de piso y sintió como se detuvo un momento, alguien iba a ingresar —perfecto, lo que faltaba para atrasarme un poquito más—, pensó aun más irritada empezando a golpear ligeramente el piso con su zapato de tacón. Las puertas se abrieron para dejar a la vista a Taylor Wood; el típico mujeriego de ojos casi grises, musculoso y bien vestido. estuvo punto de rodar los ojos, llevaba algunos meses intentando invitarla a salir, todavía no entendía que le gustaban las mujeres.

—¡Hola Helena! —le sonrió con matices de coquetería y esta se mordió la mejilla a lo interno para no reírse— ¿Cómo está mi publicista favorita de toda la M&F Agency?

—Eh, hola Taylor —acomodó la tira de su bolso dando un disimulado paso para alejarse—. Estoy bien, gracias por preguntar.

—Genial, yo quería preguntarte si... —en ese momento las puertas se volvieron a abrir, había llegado a su piso y sin duda salió dejándolo solo— ¡Nos vemos después! —lo escuchó gritar, la hizo rodar los ojos estando de espaldas.

Saludó a la mayoría con un pequeño asintamiento de cabeza, tomó algunas carpetas que sus colegas le dieron para revisar y se dirigió directamente hacia su cubículo. Taylor tenía razón en algo, era una de las mejores publicistas que tenía M&F Agency, o al menos lo era, ya no se consideraba así desde que no está. Las dejó un momento sobre el escritorio para irse a comprar un café instantáneo de la máquina, no tuvo tiempo para desayunar, los días en el trabajo han sido especialmente agotadores. Rebuscó en su bolsillo las monedas que tenía e ingresó los cinco peniques para guardar el resto, escogió un café corriente que tomará sin azúcar.

—Un día de estos le dará algo si sigue tomando tanto café —la gruesa voz de su jefe la hizo dar un pequeño repingo. Helena le regaló una sonrisa en medio lado para enfrentarlo.

No todos tenía el privilegio de llevarse bien con Reed Maxwell, el CEO y propietario de la agencia; un hombre cuarentón atractivo, cuyos ojos eran casi verdes, los tenía avellana. Un caballero con todas las letras de la palabra, le dio su apoyó incondicional cuando más lo necesitó, fue testigo de todo y esperó paciente su regreso. Le sigue pareciendo increíble que casi hayan pasado nueve años de estar trabajando ahí. Hoy él llevaba su traje favorito, un traje entero color verde jade, según decía le daba buena suerte.

—Buenos días, jefe —tomó el pequeño vaso humeante—, opino lo mismo —le señaló el gran vaso que tenía en su mano.

—Difiero de esa acusación —le sonrió ampliamente dejando ver su perfecta dentadura—. ¿Has pensado mi propuesta?

—Sí —afirmó dándole un trago a mi café, uno muy doloroso porque estaba muy caliente—, sigo pensando lo mismo, dirán que usted tiene un favoritismo conmigo —el hombre inhaló con algo de fuerza.

—Helena, no es favoritismo, usted es la publicista más brillante —recargó todo el peso de su cuerpo en el pie derecho para prestarle atención—. Todos sabemos que le patea el culo con sus estrategias de mercadeo a Robinson, sería un desperdicio no aprovechar su talento.