Capítulo XIII

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Llegaron al hotel en un completo silencio, sus ropas, ahora arruinadas, estaban secas después de permanecer mirando el atardecer largo rato y terminaron de cercarse gracias al calefactor del auto. Lara intentaba procesar todo lo que Helena le "escupió" en el rostro sobre su historia, sentía como su estómago se revolvía con solo pensarlo; estuvo casada y su esposa murió en un incendio, suspiró agotada mentalmente. Deslizó la tarjeta para que se abriera la puerta y dejó que entrara primero sin casi poder mirarla a los ojos y cerró la puerta tras ellas, quería dormir largas horas antes de que volvieran a Londres. Estuvo tan metida en sus pensamientos que no escuchó al móvil ajeno sonar varias veces, hicieron bien haber dejado sus pertenencias en el auto, o sino hubiera sido una pérdida total, lo sacó de su bolso aprovechando que Helena entró al baño, era un iPhone 13, se le veía bastante cuidado, estuvo a punto de ver los nombres de las personas que la llamaron, pero este se descargó.

—¿Cuándo compraste un iPhone nuevo? —la voz de Helena hizo que se sobresaltara casi tirando el móvil—, ¿acaso estás nerviosa? —intentó bromear para aflojar la tensión que se creó entre ambas desde el incidente.

—En realidad no es mío —lo volvió a guardar en su bolso con cuidado para sacar el suyo, un modelo antecesor a ese—, ¿recuerdas a la chica que tropezó conmigo?

—¿Ese es su móvil? —Lara asintió dejándose caer a la cama— ¡¿Cómo se te ocurre dejártelo?! —Helena estaba incrédula negando con su cabeza.

—No me regañes, mujer —le pidió tomando el puente de su nariz—, tenía la esperanza de poder encontrarla, no para quedármelo —rodó los ojos sin mirarla.

—Debimos haberlo dejado en el departamento de policía, Lara —intentó tranquilizarse—, no sabemos con qué urgencia lo puede estar necesitando.

—Lo sé, pero ya no podemos hacer nada, su batería murió —la publicista asintió estudiándola con su mirada, notaba lo tensa que estaba y no creía que fuera por objeto ajeno—, no pienso cargarlo, sería como muy atrevido de mi parte. Haré todo lo posible para contactar a su dueña, ¿sí?

—Lara, ¿por qué ya no me miras a los ojos? —se notaba que le dolía esa notable lejanía—, desde que te conté sobre Annie has actuado así conmigo y me gustaría saber por qué.

—Porque me duele, Helena —se giró un poco para mirarla a los ojos como le pidió—, me duele con solo imaginarlo. Eres la mujer más fuerte que he conocido en mi vida —Helena le sonrió con tristeza ante sus palabras, terminó recostándose a su lado.

—No siempre ha sido así —confesó entrelazando sus manos sobre el pecho—, JB me ha dado muchos empujones para salir e intentar retomar desde algún punto mi vida —Lara frunció sus labios escuchándola— ¿No te he contado cómo Pinky llegó a mi vida?

—No, yo creo que no me has dicho —su voz salió suave, giró un poco su cuello para mirarla.

—Lo encontré cerca en un callejón cercano a la casa; estaba tan indefenso, abandonado y hambriento —sus corazones se apretaron—. Yo solo lo tomé sin pensarlo entre mis brazos para llevarlo conmigo, así comenzó nuestra historia juntos. Pinky me ayudó a superar un poco mi dolor, este dolor es una grieta que todavía necesita cerrarse por completo.

—Ya veo por qué temes que Pinky ya no te quiera más —Helena asintió sintiéndose algo ridícula—. ¿Por qué no pides servicio a la habitación?, yo llamaré a Reed para contarle lo sucedido.

—Buena idea —le agradeció que dieran por cerrado ese tema tan sencible—, ¿quieres algo en específico? —preguntó levantándose para tomar el teléfono de la habitación.

—Pide la cena del día, si quieres también algún postre que se te antoje —se sentó en la cama con pereza, desbloqueó su móvil y le marcó a su hermano, pero recordó de pronto la diferencia horaria—. Mejor le escribo un correo, casi olvido la diferencia horaria, si lo despierto se pondrá como un ogro.

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora