Capítulo XI

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Hacía una noche muy fría en New York, las luces de la ciudad se podían contemplar con mucha facilidad desde su pequeño recorrido en taxi al hotel que; por cierto, fue bastante silencioso no por falta de conversación, sino porque Helena pasó cabezeando casi golpeándose en la ventana por el sueño que tenía. Lara, en cambio, estaba despierta observando con cierta nostalgia los edificios y largas carreteras lejanas, sentía que el viaje sería un buen conducto de escape, intentaría enfocarse en disfrutar la experiencia tan vieja y a su vez nueva gracias a su acompañante, trataría de pensar no solo en el trato que estaba en juego, debía regalarle a la publicista una experiencia bonita, esperando que esta no fuera para nada ambigua. Empezó a sentir como el vehículo comenzaba a detenerse, estaban llegando al hotel, uno con apariencia fina —No esperaba menos de ti, Reed—, pensó esbozando una sonrisa juguetona y negó con su cabeza decidiendo que era mejor empezar a despertar a la ojiverde.

—Hey, Helena, hemos llegado —sacudió con suavidad su brazo. La publicista parecía tener el sueño liviano, comenzó a abrir poco a poco los ojos—. Ya podrás dormir como deseas.

—Gracias a Dios, porque este sueño es insoportable —intentando sacar su cartera para pagar y Lara la detuvo negando con su cabeza.

—¿Cuánto sería, caballero? —preguntó con cortesía Lara sacando su propia cartera del abrigo.

—Serían diez dólares, señorita —le respondió con una voz un tanto rasposa, seguro por ser fumador. La ojiazul sacó un billete nuevo de veinte dólares y se lo tendió.

—Déjese el vuelto —ladeó su mano con una ligera sonrisa y asintió mostrándole otra, abriendo desde el comando la cajuela con intensiones de bajarse.

—Las ayudaré, señoritas —bajó con algo de lentitud para terminar abriendo completamente la cajuela y les bajó las maletas—, deseo que tengan una linda estadía en mi país.

—Gracias —respondió Helena cubriendo su boca para bostezar mirando al hombre partir—, no debiste pagar solo tú el taxi, hubiera sido mejor mitad y mitad.

—No es para tanto —encogió sus hombros tomando sus propias maletas con una semi sonrisa—, mejor vamos adentro, este frío está siendo insoportable.

—Sí, por favor —comenzaron a arrastrar las maletas sintiendo como sus huesos podían congelarse.

—Buenas noches, bienvenidas a The NoMad Hotel —les sonrió la recepcionista un tanto elegante en el lobby—. ¿Desean hacer una reservación, o ya cuentan con una?

—Buenas noches —saludó sacando de su bolsillo el móvil para mostrar el código QR que le envió Reed—, sí, tenemos una reservación a nombre de M&F Agency. Aquí tiene el código QR —se lo mostró para que la mujer pudiera escanearlo. Helena solo trataba de no dormirse en pie, sus párpados le pesaban demasiado.

—Oh, perfecto —tomó el escaneador y lo colocó sobre el móvil hasta que emitió un ligero pitido—. La reservación es para siete días y siete noches, en una habitación con camas separadas, ¿es correcto?

—Sí, es correcto —asintió guardando su móvil mirando a su acompañante somnolienta con una pequeña sonrisa.

—Muy bien, tienen derecho a los tres tiempos de comida. Sin embargo, el hotel cuenta con servicio a la habitación, también podemos destinarles un guía turístico si desean, también veo que han alquilado un vehículo—les explicó con amabilidad.

—Gracias, el guía turístico no será necesario —sin más que aportar, la recepcionista les entregó el número de habitación y su respectiva tarjeta para ingresar, así como las llaves del auto —. ¿Necesitas que te ayude a caminar?, pareces más dormida que despierta.

Un Corazón NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora