-4-. PLANES.

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Hermione había citado a Harry en un pub londinense en una de las animadas calles del Soho. Sabía que ahí pasarían desapercibidos de la prensa mágica que los perseguía a diestra y siniestra, y también para quienes visitaran el lugar, pues cada quien estaría en su mundo, y eso es lo que necesitaba, ser invisible. Además, nunca había entrado en un pub muggle y qué mejor que hacerlo en compañía de su mejor amigo.

Vistió una blusa de manga larga color lila que dejaba al descubierto su hombro derecho, un ajustado jeans y unas botas altas que había comprado esa tarde en una tienda muggle; quería verse diferente en su primera experiencia en la vida mundana. Se hizo una floja trenza lateral hacia el lado izquierdo con su largo y abundante cabello, perfiló ligeramente las cejas, maquilló los ojos, pestañas, pómulos y labios, cosa que usualmente no acostumbraba y aplicó perfume en varios lugares estratégicos.

Decidió que dejaría la varita en la habitación que había rentado en El Caldero Chorreante para probar una tarde sin magia. Las palabras de Ron el día anterior habían calado fuerte y ya estaba dudando si en verdad lograría vivir un tiempo sin usarla; salió al lado muggle de Londres y tomó un taxi para llegar al pub aunque quizá hubiera tardado los mismos veinte minutos si hubiera caminado, debido al tráfico. Aparecerse obviamente hubiera sido lo más rápido y cómodo pero no quiso pensar en eso.

Harry la esperaba afuera del lugar y luego de un caluroso abrazo, se atrevió a decir:

—¡Luces hermosa! ¡Me encanta! Y me sorprende la elección del lugar. No sabía que te gustara este ambiente.

—Es la primera vez, Harry —aclaró sonriendo algo cohibida jugando con el final de su trenza—. Quería disfrutarlo como una joven más y qué mejor que contigo.

—Me tienes intrigado, Hermione.

—Ya te contaré. Entremos, estoy hambrienta y quiero probar la cerveza. —Harry se sorprendió con la actitud de su amiga y esbozó una sonrisa.

Luego de comentar un poco la comida, la música ambiente y el local, Hermione se puso seria y viendo a su amigo fijamente a los ojos como si no se quisiera perder ninguna reacción suya ante la noticia que le iba a dar, confesó su pena.

—Harry... estoy planeando alejarme un tiempo del mundo mágico. —El joven abrió sus brillantes ojos verde esmeralda con asombro para luego casi murmurar:

—Igual yo... —balbuceó. Esa respuesta jamás la hubiera imaginado y ahora la asombrada era ella.

—¿Estás hablando en serio?

—Lo mismo podría preguntarte yo —se carcajeó—. Así que tenemos la misma idea —arrastró las palabras en esta última frase—. Queremos desaparecer. —Ella asintió—. ¿Viste El Profeta hoy? Por lo visto no somos los únicos. Malfoy lleva algunos meses desaparecido.

—No lo sabía... supongo que igual que nosotros, está dándose un respiro...

—Estoy harto, Hermione. Todo esto de ser el elegido sigue persiguiéndome. Pensé que con la muerte de... —no pudo decir el nombre en voz alta—, todo acabaría, pero ahora es peor... Muchas noches no puedo ni conciliar el sueño... aquellos momentos empiezan a pasar por mi cabeza como si fueran una pesadilla... En ocasiones siento un vacío... como que el miedo que sentíamos en esos días era el que nos mantenía vivos... Ahora que no está, siento que algo le hace falta a la vida, y eso no puede ser normal.

—Te entiendo perfectamente... también he tenido pesadillas... sobre todo de lo que pasó con Bellatrix o pudo haber pasado conmigo de no haber muerto quien tú sabes... —musitó—. El problema en tu caso es que eres famoso desde el año de edad, Harry, y cada hazaña y victoria ha ido aumentando esa fama.

Heridas del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora