-45-. PRIMICIA.

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Para el cumpleaños de Hermione, Harry y Ginny planearon celebrarlo con un café en el restaurante ahora propiedad de los Potter e invitaron a Luna, Ron y Neville

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Para el cumpleaños de Hermione, Harry y Ginny planearon celebrarlo con un café en el restaurante ahora propiedad de los Potter e invitaron a Luna, Ron y Neville. Ron no había querido asistir, alegando que Hermione no se había dignado responder su carta de hacía un año, pero todos sabían que ese había sido el pretexto para no encontrarse cara a cara con Draco. Ni siquiera la curiosidad había podido más que el resentimiento.

Ver a Draco en una reunión de amigos, pero sobre todo, verlo al lado de Hermione había causado cierta turbación inicial, pero cuando Luna lo felicitó por su excelente elección de novia, los ánimos se tranquilizaron y disfrutaron de la velada como si él siempre hubiera sido parte de su círculo de amigos. Por supuesto, su actitud, que para nada recordaba al mago arrogante de antaño, había facilitado la situación.

Hermione sabía que él estaba haciendo un esfuerzo por relacionarse con sus amigos, a como probablemente le iba a tocar a ella también cuando frecuentaran a Theo y compañía si querían seguir juntos; estaba segura que la molestia de los amigos de su novio por lo que él les había dicho semanas atrás no duraría eternamente.

—Me parece increíble ver a Harry y a Malfoy conversando tan amenamente —comentó Neville. Ella sonrió. Draco había sido más bien reservado pero el rico pastel de higos que había preparado Molly para Hermione y mucha cerveza de mantequilla poco a poco lo había relajado también—. Sé que esta relación no fue algo que se dio al azar. No conozco su parte buena, —dijo señalando a Draco— pero te conozco a ti y sé que no eres de las personas que toman decisiones sin analizarlo antes. Si decidiste elegirlo a él por sobre otros, es porque sabes que es lo mejor para ti. Quiero que sepas que soy tu amigo, y no importa qué, siempre tendrás mi apoyo, Hermione.

Neville le dio una mirada de aprobación y apretó cariñosamente su antebrazo izquierdo; ella asintió agradecida por las palabras de su amigo, sintiendo un nudo en su garganta que le impedía hablar.

Cerca de las seis y media de la tarde, Draco le hizo un asentimiento de cabeza. Era la señal que habían acordado el día anterior, pues le había comentado que en la noche quería hacer algo solamente para ellos dos y llevarla a un sitio que tenía un significado especial para él.

—¡Este lugar es hermoso, gracias por invitarme! —comentó Hermione embelesada. Se habían aparecido sobre una colina y a sus pies se presentaban muchas hectáreas de terreno donde se apreciaban dos lagos, hermosos jardines, y lejos, en la distancia, se asomaba entre los altos árboles, una hermosa mansión señorial.

—Me alegra mucho que te guste —respondió casi con alivio y aunque le hubiera gustado saber por qué, prefirió no preguntar—. Es una de las propiedades familiares. Pocas veces estuve acá con mi abuelo Abraxas pero la última vez fue para una fiesta en los jardines y recuerdo que el atardecer fue de los mejores que he visto en mi vida. Todos hablaban de eso. Desde acá podremos disfrutarlo en todo su esplendor.

Hermione sonrió halagada y le besó una mejilla tomándolo por sorpresa; él, aún sin acostumbrarse a ese tipo de muestras de afecto, se sonrojó hasta la raíz del cabello.

Heridas del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora