El domingo treinta de mayo Draco se preparó para visitar a su madre con motivo de su cuadragésimo cuarto cumpleaños. Ella siempre había dicho que él había sido su mejor regalo de cumpleaños, aunque había nacido seis días después, y durante los primeros años del niño, lo había celebrado el cinco de junio y no el treinta de mayo. El último que habían festejado juntos como familia había sido cuando cumplió once años. Los siguientes él los había pasado en Hogwarts y ella le enviaba una dosis exagerada de golosinas ese día, al menos al triple de lo usual de cada semana, por supuesto, aparte de las que enviaba para compartir exclusivamente con su círculo de amigos.
Sabía que la manera más fácil de llegar a Malfoy Manor sin hacer uso de la varita era por Red Flu, así que debía buscar una chimenea que estuviera conectada. Eran pocas las personas que podían tener acceso a la mansión por ese medio y él esperaba seguir siendo una de ellas. El apartamento ni siquiera tenía chimenea, y aunque tuviera, probablemente no estaría conectada a la red mágica; tampoco quería ver a sus amigos, así que desechó esa idea.
Había analizado la situación los días previos: debía llegar al Caldero Chorreante para poder acceder al Callejón Diagon sin tener que pedir ayuda a Granger o a Kreacher. Nunca había intentado aparecerse sin varita y temía sufrir una despartición si intentaba llegar hasta Wiltshire por ese medio, por lo que esa posibilidad también quedaba descartada. Lo último que deseaba era volver a tener a Granger curando sus heridas y comentando sobre la idiotez que había hecho; y tampoco quería molestar al elfo por lo que solo dejaba una opción. Usar transporte público.
Investigó los horarios del tren y la ruta a seguir una vez que llegaba a la estación en Londres. Ya lo había usado antes, pocas veces, y en las noches cuando iban más vacíos, sobre todo para trayectos cortos; no obstante, pensar en eso le heló la sangre pues el viaje hasta Londres era de varias horas, pero si no había otra posibilidad, nada qué hacer. Si quería llegar a Malfoy Manor, debía llenarse de paciencia.
Para su buena suerte, el viernes anterior poco antes de terminar su jornada laboral se había enterado que el señor Callaghan, su patrón, casualmente iba a Londres en automóvil ese domingo. Viendo la oportunidad de que en poco más de dos horas estaría en la capital, se animó a preguntarle si lo podía llevar. El señor aceptó encantado de tener compañía para el viaje y acordaron la hora de salida para muy temprano en la mañana.
Solucionado el asunto del transporte, para pasar desapercibido en el lado mágico había comprado una gabardina con capucha para cubrir su tan característico color de cabello. También había comprado en la única tienda elegante del pueblo, ropa lo más adecuada a su antigua situación: camisa tipo oxford manga larga, corbata, pantalón, faja y saco, todo por supuesto, en color negro. El conjunto completo le había costado el salario de medio mes, pero valía la pena. No quería que su madre se llevara una mala impresión pues lo último que quería era preocuparla.
La mañana en cuestión se levantó muy temprano y en el pequeño espejo del cuarto de baño, comprobó que había ganado algo de peso en los más de tres meses que tenía de vivir en el apartamento. No tenía su apariencia de antes pero eso no le preocupaba; ya no.
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Heridas del alma
FanfictionDespués de una guerra quedan heridas que no necesariamente son físicas. Muchos siguen su vida pero otros toman malas decisiones y deben empezar por sanar su alma y perdonarse a sí mismos antes de darle un nuevo sentido a su existencia, sabiendo que...