-17-. ELEVANDO LA SEROTONINA.

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Hermione vio a Draco caminar cabizbajo y con mirada apagada hacia su aposento, y por unos minutos lamentó haber devuelto aquella pregunta

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Hermione vio a Draco caminar cabizbajo y con mirada apagada hacia su aposento, y por unos minutos lamentó haber devuelto aquella pregunta. Ella había confirmado su teoría de que él estaba sumido en una fuerte depresión, pero que le hubiera dicho que había pensado en suicidarse, fue de lo más inesperado. Era más grave de lo que había imaginado.

Sabía de primera mano lo que Voldemort le había hecho a los padres de Harry, lo que los mortífagos le habían hecho a los padres de Neville, magos y muggles en general por órdenes del Señor Oscuro, pero que el mago tenebroso fuera capaz de vengarse de una manera tan cruel de quienes siempre le habían sido fieles, de quienes perdían su favor por cometer algún error, aunque fuera mínimo, le parecía irreal. Draco escasamente tenía dieciséis años cuando lo habían obligado a tomar la marca. No había tenido otra opción. Darle vuelta a ese pensamiento estaba empezando a quitarle el aire, a quebrarle el alma, por lo que tuvo que serenarse si no quería tener una crisis de histeria por revivir el dolor que tanto odio y muerte habían generado.

Ciertamente, lo que todos habían pasado no había sido fácil, pero era evidente que desconocía el otro lado de la historia. Ella había estado «con los buenos»; sabía que cualquier cosa que hubieran hecho se justificaba porque estaban del lado de la Orden del Fénix, luchando al lado de los aurores. Pero ahora tenía de primera mano el testimonio de uno que había estado entre «los malos». Y él había hablado de culpa, de que quiso buscar ayuda pero que por el bien de su familia, no lo hizo, o no se atrevió, y se preguntó qué hubiera hecho ella en su lugar. De todos modos, sí había hecho algo por sus padres, con el fin de salvarlos de Quien no debe ser nombrado, pero lo que había vivido Malfoy, por lo visto había sido peor: era estar en la boca del lobo y hacer todo lo posible porque ese lobo no se lo comiera. Supervivencia le llaman...

La muchacha analizó la situación.

A pesar de estar enfermo y tener un aspecto físico años luz del Draco que había conocido, él mantenía su arrogancia de siempre. Sabía que eso era algo nato en él. Había sido educado casi para ser un príncipe, aunque como bien lo había afirmado él mismo, al fallar su padre había sido tratado como un simple peón, o peor aún, como un desecho humano y todo eso en su propia casa.

Sin embargo, a pesar de lo herido que él estaba, ella sentía que en esa semana algo había cambiado. Quizá Malfoy no se había dado cuenta, pero a lo mejor el estar en un lugar seguro, bajo un techo y no a la intemperie, con personas conocidas pero que en cierta manera lo habían puesto entre la espada y la pared, como había hecho Harry días atrás al encararlo, lo habían hecho razonar sobre su situación, pues a ella le parecía que, al menos ese día, no había consumido alcohol. Eso significaba un avance positivo, ¿no?

No sabía si era lástima lo que sentía, pero definitivamente agradeció a Merlín que ella se hubiera encontrado con él días atrás y con eso, hubiera evitado un mal mayor, sobre todo, si se ponía en el lugar de la señora Malfoy. Y quería hacer algo más, quería que él, al menos, escribiera a su madre. No podía quitarse de la cabeza la noticia que Harry había leído meses atrás en El Profeta sobre su desaparición.

Heridas del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora