N/A. Advertencia para este capítulo: pensamientos oscuros y suicidas.
━━━━━━━━※━━━━━━━━
Draco se quedó en medio de la sala de estar viendo la puerta cerrada de Granger por varios minutos. ¿Cómo es que había permitido que ella le hablara así? ¿Quién se creía ella que era para dirigirse a él de esa manera? ¡A un Malfoy! Estaba enardecido de cólera pero a la vez, desconcertado por lo que había pasado. Hermione Granger siempre había demostrado tener un carácter firme y con esta actitud lo reafirmaba.
El dolor de cabeza hizo de nuevo su aparición y estaba haciendo un gran esfuerzo por no derrumbarse y ponerse a llorar o gritar para dejar salir la furia que sentía en su interior. Se acercó al mueble en donde ella había dejado la caja de las pociones, pero luego de observarla por unos segundos, prefirió sentarse en el piso y conjurar un poco de ron como lo había acostumbrado los últimos siete meses de su vida. Para variar, su ánimo estaba por los suelos y empezó a tomar como si no hubiera un mañana. Se sentía patético, y estaba seguro que se veía aún más deprimente.
Ella le había dado un ultimátum, y en su mente no pudo encontrar algo que fuera más absurdo que eso. Hacía meses que nadie le decía qué hacer, pero había sido precisamente la hija de muggles Granger quien lo había puesto a elegir entre dos únicas opciones: o se iba o se quedaba.
En todo caso, estaba cansado de mentir y de huir; además, sabía que estaba enfermo, no precisamente de algo físico; sobre todo, estaba agotado de sobrevivir.
Desde que nació había visto el mundo girar alrededor de él. Su madre no dejaba de decirle que era el niño más hermoso e inteligente del mundo, que nunca nadie estaría por sobre él jamás. Para empeorar la situación, la única forma en que su padre sabía demostrar amor era dándole dinero a manos llenas y cumpliendo cada uno de sus caprichos, aunque por supuesto, a cambio de un comportamiento impecable, de una estricta obediencia a cada una de sus órdenes y sin debatir nunca. Eso lo había convertido en alguien frío, envidioso, siempre buscando desacreditar a quienes, le habían enseñado, tenían menos que él, y por ende, eran inferiores. Él era el niño de papi, el hijo de los poderosos Malfoy, el intocable heredero de dos poderosas y antiguas familias sangre pura de Gran Bretaña, la arrogancia brotando por cada poro de su piel.
Sus preocupaciones en Hogwarts se habían limitado a hacer tareas, burlarse de los profesores y alumnos de otras casas y esperar con ansias los entrenamientos o partidos de Quidditch para vencer a Harry Potter y los estúpidos Gryffindor.
Nunca había envidiado la amistad del trío porque siempre había tenido a Theodore Nott en su vida. Podían considerarse hermanos, cómplices, y durante muchos años habían sido solo ellos dos. Posteriormente, en el colegio había conocido a Pansy Parkinson y a Blaise Zabini y su relación había llegado a ser casi tan estrecha como con Theo. A Daphne la había conocido también siendo niños, pero su amistad se había hecho más unida a raíz de Pansy. Con Gregory Goyle y Vincent Crabbe había algo diferente; eran amigos porque les convenía serlo. Los mismos ideales y entrenamiento debido a sus padres como mortífagos, las mismas responsabilidades al ser todos sangre pura... Draco tenía claro que ellos siete eran capaces de morir por el otro sin dudarlo. Eran leales entre ellos y desconfiaban por naturaleza del resto del mundo.
ESTÁS LEYENDO
Heridas del alma
FanfictionDespués de una guerra quedan heridas que no necesariamente son físicas. Muchos siguen su vida pero otros toman malas decisiones y deben empezar por sanar su alma y perdonarse a sí mismos antes de darle un nuevo sentido a su existencia, sabiendo que...