Hermione se había llevado una gran desilusión al salir con Samuell pues no había resultado como esperaba. En ningún momento había surgido una conversación en la que ella se hubiera sentido cómoda o que realmente le hubiera interesado.
Samuell hablaba mucho de sí mismo alardeando de sus éxitos como si con eso la fuera a impresionar, recordándole muchísimo a la cita que tuvo con el también apuesto y atlético pero idiota Cormac McLaggen en la fiesta de Navidad del profesor Slughorn en sexto año para el Club de las Eminencias, quien tampoco había dejado de hablar sobre sí mismo y sus habilidades en el Quidditch.
Luego había sacado el tema de la situación política del distrito en el que vivían despotricando contra unas medidas que había tomado el gobierno local asegurando que, si estuviera en sus manos, él habría actuado diferente. A ella le interesaba el tema pero no sentía que fuera un tópico para hablar en una primera cita.
Por último, le había contado por qué había terminado con sus ex-novias echándoles la culpa de todo cuanto había pasado.
Tampoco tenían gustos similares en pasatiempos; es más, él odiaba leer y amaba los deportes extremos. Todo lo que había dicho la había aburrido tremendamente, además de que había hecho un gran esfuerzo por evitar comentar algo relacionado con el mundo mágico y así no romper el Estatuto del Secreto; debido a eso también había tenido que mentir un poco en algunos aspectos que él había preguntado sobre su etapa de estudiante.
De los modales mejor no opinaba y en varias ocasiones se descubrió comparándolo con Draco en todos los aspectos por lo que al final del postre casi estaba agradecida por haber terminado la cita, cita que ni siquiera había tenido un mínimo de tinte romántico. Él no había coqueteado con ella, en ningún momento sintió que hubiera querido saber algo de ella, algo de su vida; tampoco había propiciado al menos un roce de manos y se sintió decepcionada ¿o más bien aliviada?, no lo tenía claro.
No es que ella esperara que su primera cita terminara en un beso a la luz de una farola camino a casa, pero definitivamente no era lo que tenía en mente para la primera salida romántica de su vida pues había caído en cuenta que nunca había tenido una con Ron, pero eso ya era cosa del pasado. Ahora tenía muy claro que Ron y ella jamás habrían funcionado juntos ya que eran de personalidades distintas; siempre había sido consciente de que él no era el más seguro de los hombres, tampoco era el más brillante y quizá tenía algo de mal carácter y sacaba lo peor de ella con más frecuencia de la que deseara aceptar; sabía que tampoco tendría una conversación de libros mágicos, mucho menos muggles con él y quizá eso era en cierto modo frustrante, pero era sincero, no trataba de impresionarla siendo quien no era y sobre todo, la hacía reír. Era una lástima que a nivel romántico no hubieran podido congeniar, que fueran incompatibles, pero extrañaba al amigo.
Resopló con alivio cuando por fin llegó a casa y se encontró de nuevo en la paz de su hogar. Se soltó el cabello y se rascó el cráneo con tal de relajarse pero un dolor en los hombros le confirmó lo tensa que había estado esa noche y definitivamente no quería repetirlo, al menos no con Samuell. Jamás había esperado que su experimento de salir con alguien terminara con ella tomando un relajante muscular para aliviar su espalda y poder dormir bien.
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Heridas del alma
FanfictionDespués de una guerra quedan heridas que no necesariamente son físicas. Muchos siguen su vida pero otros toman malas decisiones y deben empezar por sanar su alma y perdonarse a sí mismos antes de darle un nuevo sentido a su existencia, sabiendo que...