N/A: Advertencia: breve mención de ideas suicidas hacia el final del capítulo.
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Granger se comportaba como si fueran viejos amigos pero él estaba cohibido, no solo porque se preocupaba por él y le había comprado alimentos para mejorar su nutrición, sino porque lo había descubierto fuera de su dormitorio jugando con el gato de nombre impronunciable; la escuchaba despedirse de él todas las mañanas pero aún no lograba recordar el correcto. Era algo como Cuchants y así lo llamaba él; la mascota parecía entenderle.
Lo había logrado toda la semana: esconderse dentro de su dormitorio antes de su regreso. Si el lunes ella había llegado después de las cinco de la tarde, y el martes fue igual, al verla esa tarde llegar antes dedujo que los viernes probablemente salía más temprano de su trabajo y por eso lo había descubierto. O quizá se había entretenido demasiado con la mascota y el tiempo había pasado volando.
Ya conocía la rutina de la pareja.
Ella salía como a las ocho y media de la mañana de su dormitorio, jugaba unos minutos con el gato, se iba para el cuarto de lavandería y él escuchaba algunos pitidos que encendían una máquina, luego pasaba un rato en la cocina hasta que se iba poco antes de las diez. Potter se levantaba antes de las diez, lo escuchaba también en la cocina y cerca de media tarde, también se iba. Granger llegaba pasadas las cinco, y Potter, después de las diez de la noche.
Hasta esa mañana los había escuchado hablar. Estaba intrigado sobre qué tipo de relación amorosa tenían puesto que no dormían en el mismo dormitorio, no coincidían mucho en casa y tampoco los escuchaba llamarse con términos cariñosos como los que acostumbraba Pansy usar con él. Y ahora resultaba que Potter no iba a estar el fin de semana. De verdad era algo raro.
Draco estaba en una encrucijada. Todas las mañanas se decía que no iba a quedarse un día más. Pero su cama era tan suave, la paz que tenía durante el día hace meses no la encontraba en ningún lugar, y había mermado la cantidad de alcohol que tomaba probablemente debido a esa tranquilidad que estaba sintiendo. Las pociones también ayudaban aunque para el miércoles, la reserva se había agotado y pese a eso, no estaba experimentando muchas molestias por la abstinencia. Un poco de cansancio o debilidad, pero nada que no pudiera manejar y aunque le costaba admitirlo, veía eso como algo positivo.
Además, estaban sus momentos con la mascota que se había convertido en un agradable acompañante a cambio de un poco de mimos en su lomo; a pesar de nunca haber tenido una ni gustarle mucho los animales, lo estaba disfrutando.
La verdad es que, con el paso de los días, se convencía cada vez más que irse era dejar atrás esa calma que estaba viviendo y que lo hacía sentir tan bien. Era solo su orgullo y quizá un poco de rebeldía lo que lo había orillado a no probar bocado esos días, pero no podía negar que no comer le resultaba cada vez más difícil, pero no quería dar el brazo a torcer con su benefactora.
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Heridas del alma
FanfictionDespués de una guerra quedan heridas que no necesariamente son físicas. Muchos siguen su vida pero otros toman malas decisiones y deben empezar por sanar su alma y perdonarse a sí mismos antes de darle un nuevo sentido a su existencia, sabiendo que...