-38 -. MIEDO.

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Semanas después, un miércoles de enero del nuevo milenio, era pasada la medianoche cuando Hermione se despertó asustada a causa de unos gritos provenientes del dormitorio de Draco, audibles a pesar de tener ambos la puerta cerrada y un pasillo de ...

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Semanas después, un miércoles de enero del nuevo milenio, era pasada la medianoche cuando Hermione se despertó asustada a causa de unos gritos provenientes del dormitorio de Draco, audibles a pesar de tener ambos la puerta cerrada y un pasillo de por medio. Presurosa, se levantó, tomó la varita y acudió a su lado. Por lo general ella no se percataba de sus pesadillas, así que esta debía ser bastante mala si lo había hecho gritar de ese modo.

Al entrar al dormitorio lanzó un hechizo silenciador a la puerta para evitar que los gritos despertaran a Harry y luego puso atención pues él murmuraba maldiciones que jamás le había escuchado decir y se movía inquieto en la cama; su cabello se había pegado a un sudoroso y enrojecido rostro.

Hermione dudaba en la forma de despertarlo sin ponerse en peligro pues él estaba tan agitado que podía reaccionar con violencia si se sentía atacado.

Encendió la pequeña lámpara de la mesa de noche y lo llamó manteniendo cierta distancia y con la varita en posición de defensa, tratando de hablar bajito para no asustarlo más, pero a la vez fuerte para que pudiera sacarlo de sus sueños.

—Draco... Despierta, Draco...

El joven mago seguía moviéndose y de pronto luchaba con la sábana como si esta lo ahogara para instantes después gritar un «no» que casi hizo retumbar las paredes. Se había sentado en la cama, y con los ojos muy abiertos e hiperventilando, pasó su mirada por toda la estancia hasta que se detuvo en ella; aún con el miedo reflejado en sus ojos, se llevó una mano a la altura del corazón y emitió un suspiro que casi desgarraba el alma.

—Tranquilo, todo está bien... —le dijo pausadamente y acercándose unos pasos—. Soy Hermione, Draco, y todo está bien. —Conjuró un vaso con agua y se lo ofreció—. Bebe un poco. Es agua...

Quiso acariciarle el brazo o abrazarlo pero no sabía si él la rechazaría. Todavía tenía la mirada perdida y actuaba como si no la reconociera.

Sin dejar de verla, había tomado un poco de agua y colocando el vaso en la mesa, de pronto la tomó del brazo y la acercó a él, y aún sentado en la cama, se refugió en su pecho, abrazando fuertemente su cintura y rompió a llorar desconsolado, como si un gran dolor invadiera su interior, como si fuera la primera vez que lo hacía en toda su vida y tuviera diecinueve años de razones para desahogarse; como si llorar fuera la única forma de sanar las heridas del alma.

Hermione agradeció a Merlín el haber tenido la precaución de silenciar la habitación pues sabía que de estar consciente de sus actos, Draco no desearía que nadie, mucho menos Harry, oyera sus lamentos.

Ella se limitaba a acariciar su cabello y espalda; quería tener palabras de consuelo pero no encontraba las adecuadas y prefirió abrazarlo en actitud protectora y esperar a que él, poco a poco, se tranquilizara y le contará su sueño si con eso consideraba que se sentiría mejor. Lo conocía. Sabía que no debía presionarlo.

Heridas del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora