Salir con sus compañeros de apartamento le hizo recordar a Draco lo mucho que extrañaba a Theo; por eso, luego de pensarlo por varios días, le envió una nota con Izzy para proponerle una reunión la tarde del primer sábado de octubre en el Callejón Diagon, pues Draco quería aprovechar ese encuentro para aplacar las habladurías que sabía que se seguían presentando sobre su larga ausencia. Sabía que volvía a tener la lozanía y el aplomo de antaño, así que dejarse ver por algunos minutos estratégicamente en las afueras del Diario El Profeta sería una buena forma de callar las bocas de quien deseaba verlo derrotado.
Estaba valorando si contarle a Theo todo lo que había pasado durante más de un año. Se conocían tan bien que eran capaces de comunicarse sin pronunciar una palabra. Draco confiaba en él; había sido el único al que le había contado sobre la misión que el Señor Oscuro le había impuesto y ante aquella mirada de espanto, le pidió, o más bien, le rogó que no se involucrara ya que no quería empeorar las cosas.
Sin embargo, esto era diferente, y estaba aún con la incertidumbre de esconder para siempre los motivos de su desaparición o ponerlo al tanto. Sentía que entre menos personas lo supieran mejor, pero se pensaba que si, Hermione y Potter lo sabían, ¿por qué la persona a la que consideraba un hermano no?
Ya no necesitaba desahogarse, pues las veces que había hablado con Hermione habían sido suficientes para sacar todo el odio, dolor y rencor que había guardado por tanto tiempo, pero, a la vez, sentía que se lo debía. Al menos a Theo, quien en su momento también le había confiado sus miedos más profundos sobre todo relacionados con el maltrato de su despiadado padre y la idea de tomar la marca.
Ambos habían sido el ancla emocional del otro durante muchos momentos tensos y por eso su amistad siempre había sido diferente que con el resto de la pandilla: Theo era su hermano, no de sangre pero sí por elección. No es que lo hubieran hablado alguna vez. Era algo implícito. Habían pasado juntos prácticamente toda su vida excepto los últimos meses transcurridos desde el juicio.
Debido a que el señor Nott nunca había cometido errores del calibre de los de Lucius Malfoy ante el que No-debía-ser-nombrado, Theo no llegó a tomar la marca; de todos los jóvenes a su alrededor, solo Draco había tenido ese honor. El señor Nott había muerto en la Batalla de Hogwarts, algo que había traído alivio a su hijo, y como Theo no había estado involucrado abiertamente en nada relacionado con la guerra, no fue necesario que participara en ningún juicio, pero sí había sido el único apoyo real que tuvo Draco en esos días.
Huérfano de madre desde temprana edad, Narcissa había representado a esa figura materna que nunca tuvo y por eso se habían unido aún más.
Theo pasaba largas temporadas en Malfoy Manor. Habían vivido juntos muchas experiencias de «primeras veces» y hecho travesuras a lo largo de la vida: montar una escoba a escondidas a muy temprana edad a pesar de la prohibición impuesta por Lucius, experimentar magia con y sin varita —varita que hurtaban a la matriarca al no tener una propia—, visitar la sección prohibida de la biblioteca de la mansión e intentar hacer alguna poción solo porque podían, esconderse de los tutores para evitar las aburridas clases, pedir excesiva cantidad de postres a los elfos, espiar a sus padres en una reunión secreta previo al Mundial de Quidditch, robar un poco de los whiskies más antiguos de las bodegas, incluso habían gustado de la misma niña rubia de ojos verdes al conocerla... A todo lo anterior se sumaban las incontables horas que habían pasado en casa de Snape aprendiendo pociones, magia no verbal, algunos hechizos de magia oscura, Legeremancia y Oclumancia.
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Heridas del alma
FanfictionDespués de una guerra quedan heridas que no necesariamente son físicas. Muchos siguen su vida pero otros toman malas decisiones y deben empezar por sanar su alma y perdonarse a sí mismos antes de darle un nuevo sentido a su existencia, sabiendo que...