En una acogedora sala, cierto hombre de vestimenta oscura reposaba en uno de los sillones.
-¿Tardarán mucho en llegar?- susurró Ren para después ver la pantalla de su celular dónde se reflejaba la hora, pero sobre todo la fecha del día.
Y es que esa mañana no era como muchas otras, sino que marcaba una de las fiestas favoritas del creyente. Una celebración que reconocía sus logros como padre.
Emocionado por la llegada de sus niños, se levantó de su asiento para ir al espejo más cercano y arreglarse un poco. Pero al estarse tocando la cara, su expresión cambió un poco. Muchas veces su apariencia lo había metido en problemas, ya que él no tenía nada en común con sus pequeños. Incluso había considerado en teñirse el cabello o ponerse pupilentes.
Soltó una risita divertido, recordando las ocasiones en que incluso las autoridades debieron intervenir por la ignorancia de ciertas personas.
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~Flashback~
En una elegante escuela, cierto joven de cabello plateado y ojos violetas se preparaba para la hora de salida.
Casi todos los días Ren enviaba un taxi de confianza a recoger a Hidan o si la situación estaba muy complicada el pequeño se juntaba con un grupo de chicos para caminar hasta su casa.
Pero esa tarde, el religioso había terminado antes su trabajo y decidió ir por su hijo en la motocicleta.
A los pocos minutos de dar el timbre, el jashinista llegó a la entrada de aquella institución. Se bajó de su transporte y con calma procedió a quitarse el casco, dejando a la vista su particular apariencia.
Maestros y algunas personas que también esperaban a sus hijos comenzaron a murmurar preocupados, ya que Ren desprendía un aura siniestra y amenazante.
Una persona normal se habría dado cuenta del ambiente, pero el fanático estaba tan emocionado de ver a su bomboncito que no le prestó atención al público.
El sonido de la campana se dejó escuchar por cada rincón del lugar, indicando a los estudiantes que era hora de volver a sus hogares.
Hidan salió con su mochila en la espalda y de inmediato sonrió al ver qué a lo lejos su papá lo esperaba recargado en la motocicleta. Casi de forma desesperada corrió hasta Ren y de golpe se lanzó sobre él dándole un fuerte abrazo.
-¡Cómo te extrañé mi angelito precioso!- gritó el religioso para luego darle un besito en la frente.
Con cuidado el menor se apartó de él para buscar su casco. Pero al momento de querer subirse al transporte de su padre, una fuerte mano lo agarró de la mochila y de un galón lo apartó de su superior.
Ren se sorprendió por ese acto y al mirar hacia el frente pudo ver qué su bebé estaba siendo sostenido por un hombre de traje formal, peinado impecable y lentes enormes.
-Disculpe caballero, pero tengo que preguntar, ¿qué clase de relación tiene con este joven?-
El jashinista frunció el ceño para después abrir la boca.
-¿Y usted quién es?-
-Me presentó, soy el subdirector de la escuela, y mi trabajo es estar al tanto del bienestar de todos los alumnos- contestó el hombre mientras se acomodaba los lentes.
-Entiendo- dijo Ren con una sonrisa torcida.
-Y temo decirle, que jamás lo había visto por aquí, a Hidan siempre lo acompaña su tía- aclaró el subdirector.
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Kakuhidan "Una Mala Inversión"
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