Cercanos

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Hidan y Kakuzu seguían sentados enfrente de esa cálida chimenea. 

El religioso miraba al moreno con una sonrisa en su rostro, nunca pensó que lograría acercarse de ese modo a su hombre soñado. 

El mayor al sentirse observado giro su cabeza topandose con la expresión del fanático. 

-¿Ocurre algo mocoso?- sonrió Kakuzu al verlo en ese estado, cada vez aquel chico revoltoso se le hacia mas y mas tierno. 

-Nada, solo estoy esperando a que cumplas tu promesa- dijo el menor acomodándose mejor en su lugar. 

Esa oración extraño al castaño, no recordaba algo así. 

-¿La memoria te falla anciano?, me dijiste que en este viaje nos íbamos a conocer mejor, así que estoy esperando la historia de tu vida- se cruzó de brazos el jashinista. 

El mayor se tensó por esa idea,  no estaba seguro de hablar sobre su pasado, pero al ver que aquellos ojos violetas brillaban con intensidad, solo se dejó derrotar, era claro que ese chico moría de curiosidad. 

-Bien, ¿por donde quieres que empiece?- preguntó el moreno dejando a un lado su bebida. 

-Desde el principio- sentenció Hidan haciendo reír al avaro. 

Kakuzu tomó aire para empezar a contar su historia. 

-Crecí en un pueblo algo lejos de la ciudad, vivía con mi madre y con mi padre, no éramos pobres pero tampoco podíamos darnos lujos- explicó el castaño haciendo una mueca. 

Se giró un poco para poder mirar mejor a Hidan. 

-No tuve un buen padre, era un sujeto muy violento, nos agredía todo el tiempo, ya sea con palabras o golpes, se gastaba el dinero en alcohol, incluso a veces se iba a la ciudad a apostar, así que se podría decir que estábamos condenados y a merced de un maldito demonio- la voz de Kakuzu se escuchaba entre molesta y triste. 

El menor seguía en silencio.

-Cuando cumplí 13 años estábamos planeando huir y dejar de una vez por todas a ese desgraciado, una amiga de la familia nos había hablado de un trabajo en la ciudad, esa tarde mi madre decidió tomar el autobús para verificar que todo estaba bien para mudarnos, por desgracia su transporte sufrió un accidente y ella jamas regreso- 

Hidan al notar el dolor de Kakuzu tomó su mano en señal de apoyo. El moreno apretó la mano del fanático, era relajante sentir ese calor. 

-Luego de eso, las cosas empeoraron en casa, mi padre y yo peleabamos mucho, ni siquiera soportabamos estar en el mismo cuarto, trabaje en diferentes cosas para poder seguir en la escuela y cuando fui mayor de edad tome todo lo que pude y me instalé en la ciudad, termine la universidad sin problemas y poco tiempo después me ofrecieron un buen trabajo- sonrió Kakuzu recordando sus pesados días de escuela y como logro cumplir su sueño de tener su propia empresa. 

El jashinista sentía la garganta hecha un nudo, no esperaba que la vida del castaño hubiera sido tan difícil, ya que siempre lo consideró como alguien fuerte y decidido.Sin querer unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos. 

-Hidan está bien, el pasado ya no me controla- y con la única mano que tenía libre limpio el rostro del menor. 

-Lo lamento, yo, yo no tenía idea y te hice hablar de eso- tartamudeó el chico de ojos violetas. 

Era increíble para el moreno ver que ese chico tan rebelde se pusiera en su lugar. 

-Mi vida ahora está mucho mejor, soy mi propio jefe, tengo buenos compañeros, gano mucho dinero y paso mis noches libres con un revoltoso que sueña con ser un músico famoso- dijo Kakuzu tratando de calmar un poco el ambiente. 

El menor se sonrojo para después dedicarle una gran sonrisa a su acompañante. En serio parecía que ahora la distancia era menos. 

-Si te preguntas qué pasó con mi padre, pues, él sigue vivo, se la pasa exigiendome dinero, dice que fue gracias a su crianza que yo pude llegar así de lejos- en cuanto el moreno terminó aquella oración Hidan explotó de ira. 

-¡ES UN DESGRACIADO DE MIERDA!, ¿¡COMO SE ATREVE A DECIR ESAS COSAS!?, ESE MALDITO HIJO DE PUTA- gritó el jashinista pero casi de inmediato reaccionó, dándose cuenta de que había insultado al padre de Kakuzu. 

Hidan agacho la mirada avergonzado, se había dejado llevar otra vez.  

Pero la risa del moreno lo tranquilizó. 

-Tienes razón, es un maldito, no te preocupes, se merece eso y más- 

Ambos se miraban, sintiendo como sus corazones palpitaban con fuerza. 

-Es una lastima que no estuviéramos juntos en aquella época, te aseguro que te hubiera defendido, pero ahora que estoy aquí, te prometo que no dejaré que ningún pagano de mierda te vuelva a molestar- dijo Hidan con mucha confianza. 

Esas palabras que pudieron parecer absurdas e infantiles, al moreno le parecieron adorables y reconfortantes. 

En un impulso tomó el rostro del creyente para empezar a acercarlo a él.  

Hidan se sonrojó con fuerza al notar el poco espacio que quedaba entre los dos. Cerró sus ojos sintiendo que todo su ser temblaba. 

-¡Ah!, ¿¡ese no es Kakuzu-sempai!?- la voz de una chica hizo que ambos regresaran en sí. 

Kakuzu soltó el rostro del menor para ver quien lo llamaba, el religioso por otro lado recuperó algo de aire. 

El moreno se sorprendió al ver de quién se trataba. 

-Fu, ¿pero qué estás haciendo aquí?- se puso de pie para saludar a la joven de piel morena y cabello verde.  

-¡Kyaaaa!, ¡lo sabía!, ¡sabía que eras tú!- sonrió Fue acercándose al más alto. 

Hidan que seguí en el suelo parpadeo un par de veces y como pudo se levantó para observar mejor a la mujer de ojos anaranjados. 

El castaño al notar la confusión del menor decidió presentarlos. 

-Ella es mi sobrina, es un poco mayor que tú- dijo el moreno. 

Pero cuando estaba por decir el nombre de aquel jashinista la menor se le adelantó. 

-¡Espera!, ¡yo te conozco!, ¿¡Eres Hidan cierto!?, ¡El vocalista de aquella banda de chicos apuestos!- gritó la morena acercándose demasiado al platinado. 

-¿Conoces nuestra música?- 

-¡Claroooooo!, ¡son increíbles!, ¡es más, tengo una amiga que muere por conocerte!, ¡mira, está por allá!- señalo Fu al otro lado de la habitación. 

-¡Yugito, ven por favor!- 

A los segundos apareció enfrente de ellos una mujer rubia, de labios rojos y ojos intensos. 

-Wow, si que es hermosa- susurró el religioso y claro que el moreno lo escuchó. 

El mayor frunció el ceño sintiendo una desagradable sensación en el pecho. 



























Entramos a cuenta regresiva
Quedan 10 capítulos para el final
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Kakuhidan "Una Mala Inversión" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora