Una fiesta que terminó mal

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Me puse una falda negra y un top de manga larga blanco, le hice unas ondas a mi cabello y me puse algo de maquillaje. Salí junto con mis amigos hacia el carro, iríamos a tal fiesta.

En el camino hablábamos de cosas chistosas que podían llegar a ser incluso tontas, pero eso es lo bueno con ellos. Llegamos a la fiesta y la música se escuchaba desde la calle y las luces te cegaban. Entramos y ahí vimos el tumulto de gente que casi ni nos dejaban pasar.

- Buenas buenas...hasta que llegan - nos saludó Raúl

Yo no lo miré, lo dejé solo con mis amigos y salí a una barra donde hacían bebidas. Luego de unos segundos sentí que el barman se me acercó.

- ¿va a pedir algo señorita?- preguntó

- dame lo mejor que sepas hacer- dije

El sonrió y asintió con la cabeza. Luego de unos minutos terminó su bebida y me la pasó, me pasó una bebida color azul y cuando la fui a probar debo admitir que me gustó mucho. Al rato Raúl se sentó a mi lado y yo giré los ojos demostrando molestia.

- vine aquí a disculparme por lo ocurrido ayer...solo estaba bajo los efectos del alcohol y no estaba totalmente siendo yo - dijo disculpándose

- está bien...- sonreí, tengo que entender que el en verdad no quería hacer nada de eso.

- ¿amigos?- me brindó su mano

- Amig....- la cabeza me empezó a dar vueltas y casi tumbo la bebida, de no ser porque Raúl la sostuvo.

- venga te llevo a un lugar - dijo tomándome de la mano y yo no podía reaccionar.

Me sentía mal, no quería ir a ningún lugar, era aquella bebida la que me había hecho esto. El me hizo montar las escaleras y yo ni si quiera controlaba mis pasos, veía borroso y escuchaba todo como si estuviera lejos. Cerré un momento los ojos y cuando los abrí estaba acostada en una cama, en un cuarto con la puerta cerrada. De repente apareció Raúl con solo el pantalón, riendo y se subió sobre mi, apoyando sus piernas alrededor de mis caderas.

- te pido perdón nena...pero es que estás tan buena...esto es disfrutar la vida- puso una mano arriba de mi seno y de repente....

Me levanté en la mañana, en un lugar que no conocía, no era el mismo de ayer. Oh si ?, empecé a caminar por todos lados y le di la vuelta al lugar, si era el mismo, solo me habían tirado en el callejón de atrás. Revisé la hora y me di cuenta que iba tarde, tenía ética. Esa maestra me iba a matar.

No tenía mi teléfono ni cartera, de seguro ya me habían robado todo así que tuve que ir caminando hacia la casa.

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POV escritora

Mientras que María, adolorida y hecha un asco caminaba hacia su casa. En la escuela sus amigos estaban preocupados por ella, no la habían visto en toda la noche que estuvieron de fiesta y pensaron que quizás estuviera en casa, pero cuando ellos llegaron ella no estaba ahí tampoco.

Cuando la clase terminó fueron a ver a Raúl ya que la última vez que la vieron, ella estaba junto a él. La maestra Olsen recogía sus cosas ya que pronto cambiaría de local.

- ¿Raul sabes que ocurrió con María?- preguntó Carla

- no lo sé...¿que me importa a mi eso?- la maestra después de esa respuesta comenzó a prestar mucha más atención.

- solo es una pregunta tío...¿porque estás tan a la defensiva? - preguntó Camilo poniéndose delante de su hermana.

- hey tienes algún problema conmigo o que?- Raúl empujó a Camilo y justo cuando iban a empezar una pelea la maestra Olsen intervino.

- oigan no quiero peleas en este instituto así que si van a pelear salgan de aquí- dijo ella

Los tres salieron del aula enojados y la maestra comenzó a llamar al número de María sabiendo que eso arriesgaría su comunicación con ella, ya no sería la chica misteriosa con la que estuviera hablando si no con su maestra de ética.

Nadie respondía y por más que llamó, nadie respondía a la llamada. Salió corriendo del instituto y avisó que no vendría por dl resto des día. Tomó su auto y trató de buscar algún lugar donde encontrarla, siguió el camino hacia la dirección que ella daba en su expediente y no había nada. Trató de ir a algunos bares conocidos cuando en el camino, que estaba bastante lejos de su casa en este punto la encontró caminando, se veía cansada y tenía algunos moretones, su ropa se veía sucia y el pecho le dolía de solo verla en ese estado.

Parqueó el auto y se bajó rápidamente, María se paró algo asustada, pero cuando vio a su profesora tenía tanta alegría. Elizabeth fue a donde Maria y su reflejo fue abrazarla, María no pudo aguantar más y se echo a llorar en los brazos de la mayor.

- móntate ven..- dijo la profesora y ayudó a María a subirse al auto de esta.

Cada cual se sentó en su asiento y Lizzie arrancó el auto hacia su casa, estaban, les tomó unos treinta minutos llegar y cuando María vio que no estaban en su casa se asustó aún más.

La profesora se bajó u abrió la puerta de María, pero esta se rehusó a salir.

- no me hagas daño...por favor...yo no te hice nada...tengo una familia...por favor- suplicaba la joven británica.

La estadounidense vio la situación y trató de separarse de la joven estudiante para que entendiera que ella no le haría nada.

- no te haré daño ¿ves?...no te puedo dejar sola en tu casa así...así que te traje a la mía para ayudarte, pero cuando estés bien te dejaré ir ¿si?...estarás bien conmigo te lo prometo- dijo la mayor tratando de calmarla y así fue, María fue cediendo al acercamiento de Olsen y poco a poco la profesora pudo tener contacto con su alumna, ayudándola a bajarse.

Entraron a su casa y Elizabeth la condujo a su habitación, la hizo sentarse en su cama y sacó ropa suya para prestársela para bañarse, una toalla y la puso en el baño.

Se acercó lentamente a la asustada María y puso su pelo detrás de sus orejas, la menor la miró tímida y la mayor dio una risa acogedora.

- todo está listo, puedes ir a tomarte una ducha y luego trataré ayudarte con tus moretones - dijo y María agradeció con una sonrisa.

Maria entró al baño cerrando la puerta detrás de ella y se escuchó el agua de la ducha caer.

Elizabeth comenzó a llorar, la pobre niña había sufrido tanto y ella no pudo estar ahí para ayudarla. Ella nunca logró estar ahí para ayudar a los que amaba cuando ellos lo necesitaban.

Cuando su marido y sus hijos murieron en aquel incendio, ella no pudo salvarlos y se lamentaba cada segundo de no haber podido estar ahí. Salió de la habitación y fue a la cocina para prepararle algo de comer. En silencio tomó una cazuela y una ola de rabia recorrió su cuerpo, estaba enojada con ella misma y tiró la cazuela al suelo. Trató de respirar con tranquilidad y colocó sus manos en su rostro y lloró, como cada día.

Una voz llamó su atención y ella secó sus lágrimas rápidamente.

- te estoy haciendo de comer...para que te sientas mejor - su voz era temblorosa y la joven evidentemente se dio cuenta.

- Gracias..- susurró la joven

Profesora Olsen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora