Daniel
¿Soy egoísta por quererla para mí? Entre ella y yo hay algo y no quiero perder eso. Quiero verla sonreír cada jodido día y quiero que esos delgados labios suyos se curven solo por mí.
Acomodo el último de los libros del club y me dirijo a las pantallas del circuito cerrado que tengo aquí y sonrío sin poder evitarlo cuando la miro atravesar la puerta principal. Llega media hora tarde. Es Aitana después de todo.
Observo cómo saluda a todos en el lugar como si los conociera de años y todos le corresponden de igual manera. Mi pecho se agita cuando la observo mirar directamente a la cámara. Vendrá hasta mí. Sonrío al comprobar que tengo razón por lo que abro la puerta y la espero apoyado en el marco.
—Aquí estás —dice y me da un beso rápido en la mejilla.
—Hola... llegas tarde.
—¿Y me descontarás la paga? Porque vengo precisamente para que me des un adelanto.
—¿Qué sucede?
—Mírame —dice y da una vuelta entera para enseñarme su atuendo.
Hoy será su primera presentación aquí y yo la veo perfecta. Siempre que se pone sus pantalones rasgados negros y sus camisetas sexis negras la veo tan caliente que mi pantalón se vuelve intolerable.
—Te veo hermosa —le digo para luego resoplar.
Ella suelta todo el aire que contenía y me enseña sus zapatillas deportivas.
—Tenía un solo par de tacones y quedaron arruinados el otro día y te hago el responsable a ti.
—¿Yo?
—Sí tú...
—Te ves hermosa cuando te enojas, ¿te lo había dicho antes?
—No... pero ese no era el punto —dice mirando al piso. Me encanta esta mujer.
—Cuando te pones nerviosa igual te pones bella.
—Daniel Maxwell, por favor, ¿puedes dejar de bromear por un segundo y tomarme en serio?
La tomo de la mano, la jalo y la pongo junto a mi pecho, su respiración se acelera y empieza a morderse los labios.
—Voy muy en serio contigo, pequeña.
Mi mano en su espalda se siente tan bien que creo que ese es su lugar en el mundo. Muevo mi mano y trazo su pequeña cintura, ella me mira sin poder reaccionar y yo disfruto de ello. Con mi mano libre tomo la cadena de plata que envuelve su cuello y se pierde entre sus pechos, jalo un poco del collar y este deja visibles los dos frascos y el lazo que le regalé en Navidad.
—Necesitaba... sentirme... segura... —dice pausadamente.
—¿Eso representa para ti?
No responde nada y en su lugar vuelvo a poner los colgantes donde los saqué, mis dedos rozan sus senos y sus piernas parecen fallarle porque tengo que sostenerla fuerte contra mí.
—¿Estás bien? —le pregunto y ella asiente con la cabeza.
—Vine por zapatos...
Se aleja de mí y vuelvo a sentir el puto vacío en mi pecho. Acomodo mi cabello y entro en mi oficina, Aitana se queda parada en la puerta sin saber qué hacer. Abro el último cajón de mi escritorio y saco la caja plateada que guardé hace días aquí.
—¡Aitana! —la llamo y esta entra con cautela al lugar.
Mira todo como si estuviera recordando. Ella nos recuerda a los dos aquí, en este escritorio y sobre la alfombra. Mi oficina siempre fue mi refugio pero desde que tomé entre mis brazos a Aitana en este lugar se convirtió en mucho más.
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Nunca es Suficiente, Serie LOCO AMOR 3
Любовные романы"El amor a veces duele." ¿Se puede amar a dos personas a la vez? La respuesta más sencilla y tal vez la más lógica debería ser un rotundo no, pero, ¿cómo se lo dices al corazón? Una sola noche bastó para que la vida de Aitana tomara un camino distin...