Capítulo 20

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Daniel


—Señor Daniel —habla Lara parada desde la puerta.

—Pasa Lara y cierra la puerta.

—Señor, Recursos Humanos ya ha encontrado tres candidatos para que los vea usted —me entrega las hojas de vida de los prospectos socios junior —. También tiene que aprobar el presupuesto para la develación de la placa conmemorando a la señora Alda.

—Perfecto, quiero entrevistar a los tres personalmente y para lo de la señora Alda te enviaré a una persona que se ocupará de todo eso.

—Como usted ordene, señor, permiso —dice y se marcha cerrando la puerta detrás de ella.

Alzo el teléfono de la oficina y marco el número de ella. Espero tres tonos antes de que me conteste.

—¿Hola?

—Pequeña...

—¿Daniel? ¿Y ese número raro? Estuve a dos segundos de no contestar.

Me río de su reacción y ella hace lo mismo. Me gusta su risa, la manera en que arruga su nariz cuando lo hace, la puedo imaginar perfectamente, tanto así la conozco que sé que se está mordiendo los labios y se ha tirado en su cama o sofá.

—Qué bueno que sí lo hiciste.

—¿Y llamas para decirme que me extrañas?

—Siempre pequeña, pero llamo por otro asunto ahora.

—Dime para qué soy buena, señor.

—Quería ofrecerte un trabajo de medio tiempo.

—Te advierto que no voy a ser tu esclava sexual.

Ambos reímos por sus ocurrencias. Esto es justo lo que necesitaba en mi vida, a ella.

—A mí la verdad me gusta la idea, además que a ti te gustan unos buenos azotes...

—Shhh, shhh. ¿Qué van a decir del prestigioso abogado Daniel Maxwell?

—Lo mismo que dicen ahora, solo que nunca se atreverán a decírmelo a la cara.

—Ok... ya dime qué trabajo es ese.

No pueden culparme por querer estar con ella las veinticuatro horas del día. Verla todas las noches cantar en mi bar y luego dormir con ella no es suficiente para mí.

—La directiva del bufete quiere conmemorar a mi abuela y como ustedes se llevan muy bien pensé que tal vez puedas ayudarme a organizar una recepción, es una sorpresa.

—Woww sí. Yo me apunto. Déjame me pongo algo presentable y voy para allá.

—Te espero pequeña —cuelgo el teléfono y me siento contento de mi decisión.

Tengo muy en claro que la quiero a ella y no le daré opción para pensar nada. Las mejores cosas pasan cuando las haces sin pensar en las consecuencias o repercusiones, cuando son espontáneas y sin cabida para el miedo.

Una vez más me pierdo entre expedientes, formularios y más trabajo, los minutos entre estas cuatro paredes se pasan sin darme cuenta, siempre ha sido así y es el principal motivo por el que odio estar aquí. Cuando la abuela me dio el control del sesenta por ciento del bufete lo acepté porque es algo que ella ama y siempre soñó con que se quede en la familia.

Mi móvil suena y por inercia lo contesto.

—¿Hablo con el señor Daniel Maxwell?

— Sí, dígame.

Nunca es Suficiente, Serie LOCO AMOR 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora