3. Vida mediocre Parte II

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LAURA

— Ooohhh! —Carlos se corre en el preservativo y le empujo del pecho, haciendo que salga de mi interior. Cada día me aburro más con él. Y hace tiempo que no me proporciona ni un solo orgasmo. Bueno para ser correcta, nunca ha proporcionado ni un solo orgasmo.

Me aparto y me dirijo al baño. Me lavo y me miro al espejo. Menudos pelos se me han puesto.

— ¿Quieres un segundo asalto? —le miro y le veo acariciándose el miembro con cara de guarro desde la puerta.

— No. Debes irte antes de que tu hermana llegue a casa y te pille conmigo.

— Deberíamos decirle que estamos juntos.

— ¿Qué? —me pongo a a la defensiva— Ten clara una cosa Carlos. Tú y yo no tenemos nada. Vienes de visita y si no tengo planes me acuesto contigo, pero jamás, óyeme bien, jamás habrá un nosotros. Y si no lo tienes claro. Esta será la última vez.

— ¡Joder! Lau, eres muy cabezota. Me gustas y te gusto. ¿Qué hay de malo?

— ¿Qué hay de malo? —este es medio retrasado— Todo, Carlos. Uno, tu hermana es mi mejor amiga y eso no va a cambiar por un polvo. Dos —comienzo a señalar los puntos con mis dedos—, Tengo un novio, ¿Qué digo novio? Un prometido y no voy a romper esa mierda por un don nadie como tú. Y tres, ni siquiera me corro cuando lo hacemos. Dime, Carlos ¿Qué gano yo con un tío como tú?

— Eres muy cruel Laura. Uno. Que mi hermana sea tu amiga no influye en esto —nos señala a ambos y yo resoplo de nuevo—. Dos, ¿Qué prometido? Martín es un mujeriego que cada fin de semana tiene una mujer distinta en su cama y tú haces lo mismo. Nunca entenderé por qué seguís con esa tontería del compromiso. Y tres, ¿Cómo que no te corres? Gritas mucho cuando me corro.

— Grito, tú lo has dicho. Finjo, mejor dicho. Se me da de lujo eso. Pero la verdad es que no he llegado al orgasmo nunca. Pero no es por ti. No me atraes lo suficiente. Y no es por nadie, es solo que nadie ha sido capaz de arrastrarme a ese punto que me han descrito como el éxtasis y que ni por asomo me he acercado nunca. De todas, formas y este no es el caso. No quiero una relación y menos contigo. Y tengo claro que ni seria, ni de ninguna manera. No habrá más. ¿Te ha quedado claro?

— ¿Hablas en serio? Lau, me conformo con hacerlo como hasta ahora. Sin decírselo a nadie.

— Que te he dicho que no, Carlos. En serio. Vamos a dejarlo en ser amigos. Como siempre y ya está. Lo he decidido.

— ¡Joder! Lau —me agarra de una mano, pero se la suelto.

— Ni Lau ni nada. Lárgate ya o quédate a cenar con tu hermana. Pero yo me voy a mi cuarto. Tengo cosas que arreglar para mañana.

¡Estúpido! Una relación dice. Ni siquiera me ha preguntado por mi primer día. Llamo a mi hermano Kevin. Es el que vive más lejos, pero es el único que me comprende.

— ¡Hermanita! —le veo tirado en un sofá. Pero no está en su casa.

— Hola pedorro. ¿Dónde estás?

— Con una amiga —me levanta ambas cejas y se mira el reloj—, pero puedo hablar unos diez minutos. Ha salido con el perro.

— ¿Y te deja solo en su casa? ¡Qué confiada!

— Bueno, le he hablado de los papás.

— Uuuu ¿Vais en serio?

— Eso parece —me guiña un ojo y bebe de su cerveza.

— Cuéntamelo todo – me siento sobre mi cama y me preparo para su historia.

— Se llama Cata, tiene 28 años, y comenzó hace unos meses las clases de surf. Es muy guapa y levamos un tiempo viéndonos de manera informal. Pero, llevo unos días queriendo más. Así que le he contado algo más sobre mí. Y bueno llevo dos días quedándome a dormir en su casa.

El amor tiene las patas muy cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora