LAURA
— ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACÍAS DE LA MANO DE ESE MINDUNDI? —me grita Martín fuera de sí, cuando entramos al despacho.
— No me grites, imbécil —le digo y me cruzo de brazos.
— ¿QUÉ NO TE GRITE? ERES MI PUTA PROMETIDA.
— NO SOY UNA MIERDA TUYA —Le grito yo también. ¿Pero quién se cree?
— Laura, no me jodas. Todos los socios, saben quién eres, saben lo que eres. Y saben que tú y yo nos vamos a casar.
— ¡Que no nos vamos a casar! —le grito desesperada— ¡Antes muerta! ¿¿Me oyes?? —le empujo todo lo fuerte que puedo.
— Me da igual lo que digas Laura. Ese acuerdo se cerró hace tiempo. Tu padre perdió y tú estás destinada a acabar conmigo.
— ¿Martín qué ganas casándote con una mujer que no te va a querer nunca?
— No busco una mujer que me quiera Laura. Busco una mujer, abogada como yo, que lleve el peso del bufete como yo. Unificar los apellidos y cuando llegue a casa echar un par de polvos con una mujer atractiva. Y tú lo tienes todo.
Se acerca y me echo hacia atrás hasta que no puedo más chocando con la pared.
Su asquerosa mano me toca la cara.
— Estás buena —me agarra del culo y le suelto un manotazo, me giro y salgo por el pequeño hueco lateral— tienes carácter y eso me la pone muy dura...
— Eres un cerdo.
Corro hacia la puerta, pero el subnormal la ha cerrado con llave. Siempre lo hace porque sabe que no le soporto.
— Seré un cerdo y todo lo que quieras Laura. Pero las mujeres hacen cola para acostarse conmigo. Porque les hago las guarradas que a todas os gustan. Ese idiota de ahí fuera, no sabe hacer la "o" con un canuto y no me llega a la suela de los zapatos.
— Eso no lo tengas tan claro. Te da mil vueltas.
— ¿Disfrutas follándotelo? Pues te va a durar poco, porque me voy a encargar de que se largue de aquí cagando leches.
— No se te ocurra hacerle nada —le digo señalándole con el dedo—, como lo hagas atente a las consecuencias.
— Vaya, la gatita saca las uñas. Creo que me voy a correr solo de ver cómo le defiendes. ¿Sabe quién eres? ¿Sabe que estás prometida conmigo?
Entrecierro los ojos y resoplo.
— Lo sabía —me dice de repente— ¿Qué pasará cuando sepa que eres la jefa de más de la mitad de esta empresa? ¿Qué pasará cuando sepa que debes casarte conmigo para mantener la empresa de tu familia? ¿Cuándo sepa que te has reído de él en su cara?
— Déjame —le grito y le empujo de nuevo— no voy a casarme contigo.
— Entonces tu familia perderá la empresa, cielo.
— ¡Eres un hijo de puta!
— Puede, pero soy el hijo de puta con la suerte de follarte todas las noches cuando seas mi mujer y yo mismo me encargaré de decírselo a eses don nadie en cuanto llegue el momento.
— No le dirás nada me oyes —le grito histérica. He perdido los putos nervios— Trago el tener que verte la cara la mitad de los días por petición de mi familia, pero no te consiento que te acerque ni un solo centímetro a Nico.
— ¿Nico? ¿Así se llama? Mmmm —se rasca la barbilla— Nico. Interesante.
— Lo sabes de sobra Martín, no te hagas...
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El amor tiene las patas muy cortas
RomanceLaura y Nico son dos personas muy diferentes. Demasiado. Entran a trabajar de becarios en el mismo bufete de abogados y cuando se conocen sus mundos colisionan. De primeras no son almas gemelas ni se llevan a las mil maravillas pero poco a poco, día...