20. Cómo cagarla al estilo García

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NICO

Este fin de semana ha sido determinante. Amo a Laura, eso es un hecho. Y que quiero estar con ella como pareja también lo es. Ayer por la tarde, antes de dormir en la playa con una luna preciosa sobre nuestras cabezas. Le regalé una pulsera hecha de hilo por mí. Y le prometí que lo que siento es real.

Ella me juró no quietársela nunca. Y solo espero que sea de verdad. Quiero jugármelo todo a su carta. Espero no llevarme el batacazo.

— ¿Qué tal el fin de semana? —Kevin me saca de mis pensamientos. Laura aún duerme, pero no quiero llegar demasiado tarde a casa. Echo de menos a mi yayo. Y además quiero contarle lo que me pasa por la cabeza y por lo que no es la cabeza.

— Genial. Necesitaba esta calma y pasar este tiempo con tu hermana. En Madrid las cosas son diferentes. Y este lugar me ha dicho lo que necesitaba.

— Mi hermana está feliz a tu lado. Nunca nadie la ha hecho brillar tanto. Me alegro de que estés a su lado.

— Yo también me alegro de estarlo.

— Yo... —le noto algo más nervioso y mira hacía la habitación. La puerta sigue cerrada, Laura duerme aún, anoche llegamos muy tarde de la playa— quiero pedirte un favor.

— Claro, lo que necesites.

— Quiero que me prometas que pase lo que pase amarás a mi hermana por encima de todo y de todos. Porque la amas, ¿no?

— Sí, no quería reconócelo, pero es amor. Lo que siento es muy fuerte y nada podrá romper eso.

— Eso espero, la vida de mi hermana es complicada. Sobre todo, por mi familia. Ella es reacia a hablar de ella, por cosas que se escapan de su poder. Pero ella de verdad te quiere. Ya te digo que ella nunca ha sido tan feliz siendo ella misma como lo es contigo. Prométeme que la apoyarás y no le darás la espalda cuando llegue el momento.

— Te lo prometo.

— Bien, porque te necesitará.

— Buenos días —Laura llega con su pelo enmarañado y sus ojitos hinchados. Se acerca a mí, se sienta en mi regazo, rodeo con mi brazo su cinturita y la beso en los labios.

— Buenos días preciosa.

— Hola, mi amor.

— ¡Qué asco me dais! – Kevin se levanta y se va a servir un café para Lau.

— ¿Asco? ¿Y tu novia esa a la que has escondido todo el tiempo?

— ¿Qué novia?

— Mmm... ¿Cata? —yo no sé de quien hablan, así que me dedico a intentar peinar a Laura con mis manos.

— Aaaa, Cata. Agua pasada. Cuatro polvos y encima mal echados. Resulta que yo no sirvo para tener novia. Y una pelirroja de 24 pasó por delante de mí y bueno... digamos que la cagué.

Se ríe y Laura también. Suena mi teléfono y lo saco de mi bolsillo. No lo he mirado en todo el fin de semana, debo decir que lo necesitaba. Es mi yayo, así que, descuelgo.

— Yayo, hola

— Hola hijo ¿A qué hora llegas?

— No lo sé. Te aviso cuando salgamos y ponle como seis horas o así.

— Vale, hijo. Es que voy a comer en casa de Kathy.

— Vale, yayo. No te preocupes, nosotros comeremos por el camino.

— Dale un beso a Laura y dile que venga a saludarme antes de irse a casa.

— Vale, un beso yayo.

— Un beso hijo.

El amor tiene las patas muy cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora