21. Un refugio inesperado

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LAURA

Llevo por lo menos dos horas caminando sin rumbo. Llorando como una imbécil por un tío que se ha estado riendo de mí todo este tiempo. Nunca me ha dolido el pecho tanto como ahora mismo. Literalmente me duele el pecho. No sé si se puede decir que ahora mismo tengo el corazón partido, pero para mí, esta es la sensación.

Esa chica es su novia. La tal Leila, la de los mensajes, esos que no responde, es su novia. ¿Cuánto tiempo llevan? ¿Por qué me lo ha ocultado? ¿Por qué no me dijo que tenía novia? Mi cabeza va a estallar de un momento a otro. Solo quiero huir a algún sitio, donde nadie me pueda conocer y quedarme allí a esperar que esta sensación de angustia tan desagradable se pase.

Decido que lo mejor es irme a casa de mi hermano Roy, porque la casa de mis padres está vacía pero ahora mismo necesito alguien al que pueda abrazar y me diga que todo va a estar bien.

Llego a la casa de mi hermano. Vengo sin avisar, porque claro, el teléfono se lo ha quedado el abuelo de Nico.

Llamo.

— ¿Laura? —la mujer de mi hermano aparece en el umbral de la puerta. Está completamente bien vestida ¿Lleva esta ropa para estar en casa?

— Hola, esto... ¿Está mi hermano?

— Sí, claro está en su despacho. Pero estamos hablando de algo importante. ¿Te importa esperar?

Me limpio mis penosas lágrimas de la cara y entro.

— No, claro. Esperaré en el salón.

— Gracias.

Me siento y al cabo de unos minutos escucho los gritos de mi hermano retumbar en toda la casa.

— ¿Laura? —mi hermano en chándal aparece por el salón— ¿Qué ha pasado? ¿Estas bien?

— Sí, sí. Estoy bien. Puedes hacer lo que tengáis que hacer yo solo necesito un sitio para tranquilizarme.

— ¿Ves, ella está bien? ¿Podemos seguir?

— Gabriela ¡Eres insufrible! Mi hermana está sumida en lágrimas y ¿¡Está bien!? De verdad que no aguanto ni un segundo más. No veo la hora de que te largues de mi casa.

— ¡Nuestra casa! —grita ella.

— ¡MI CASA! —grita aún más alto mi hermano— Tenemos separación de bienes y no tenemos hijos en común. Así que esta es ¡¡mi casa!!

— Oye, que en serio puedo... —intento decir.

— Laura no. Ven, vamos a la cocina.

Mi hermano me sujeta de los hombros y me dejo arrastrar hasta su cocina. No estoy yo para resistirme demasiado.

— Yo no quiero ser un incordio. Tú tienes tus movidas y no quiero...

— Te he dicho que pares. Laura, eres mi familia. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. ¿Qué ha pasado?

— Nico tiene novia.

— ¿Cómo? —mi hermano agranda sus enormes ojos color caramelo y se echa las manos a la cabeza— ¡¡Tremendo hijo de la gran puta!!

— ¡Roy! No digas eso —hipo y las lágrimas vuelven a inundar mi cara sin parar.

— Será... Mañana está en la puta calle por sinvergüenza.

— ¡Nooo! —le digo— No quiero que le heches. Él es bueno como abogado, se lo ha currado mucho, no es justo. Pero quiero no tener que ir yo.

— ¿Qué no es justo? Te ha engañado. Pero...

El amor tiene las patas muy cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora