17. Cotilleos

21 10 14
                                    

LAURA

— ¿Has visto a Sonia? —Nico me asiente sin dejar de mirar la pantalla de su ordenador. Lleva un par de días inmerso en un caso nuevo que puede que lleve mi padre. Aunque no es seguro todavía— Creo que se acuesta con Leticia. Las dos dicen que no son lesbianas y que les gustan los hombres, pero yo veo que entre ellas hay un rollo muy raro.

Nico levanta una ceja, es uno de sus gestos más comunes. Pero, ha dejado la pantalla para mirarme a mí. Y eso me gusta. ¡Me encanta! Cada día me pone más nerviosa su forma de mirarme. No es provocado, pero, cada vez que sus ojos y los míos se encuentran una sensación de calor me invade. Y no es porque me ponga cachonda perdida, que eso también me pasa, sino porque, es un calor que me calma los nervios. Me hace sentir bien.

¿Sabes esa sensación de adolescente, cuando el chico que te gusta te dice que tú también le gustas y te da el primer beso? Mariposas, elefantes y una tienda de animales al completo te pasan por el estómago. Pues esa sensación es la que tengo cada vez que él me mira, o está cerca de mí. Pero, a la vez me deja inmersa en una paz absoluta.

— Por cierto, Lau —ahora me llama Lau y eso es que nuestra relación ha pasado a otro nivel. A uno de plena confianza. Le asiento mientras miro hacia las dos mujeres en cuestión— Este fin de semana no trabajo. El jefe ha decidido cerrar el bar. Podríamos hacer algo.

¿Podríamos hacer algo? Claro. Como una pareja.

— ¿Quieres ir a Almería? —le digo de repente y me mira de nuevo.

— ¿Almería?

— Sí, playita, sol, surf... ya sabes, esas cosas.

— No sé. Pensaba en algo más como pasear o subir a la sierra.

— Mi hermano Kevin vive en Almería. Tiene una escuela de surf. Podría presentártelo.

La verdad es que he hablado sin pensar. Pero no me importa que conozca a Kevin. A él le avisaré para que oculte las pruebas y mi vinculo McFarland. Y podremos vivir como si fuésemos una pareja de verdad. Un fin de semana romántico. Uffff, me pongo nerviosa solo de pensarlo. Y eufórica de poder compartir un poquito de mi yo de verdad con él. Porque me siento tan rastrera de tener que mentirle.

Además, lo nuestro va viento en popa, en algún momento tendré que decirle quien soy, dar un paso más ¿Y entonces? ¿Me odiará y me dejará? No sé si soy capaz de verme ahora mismo en esa tesitura. Me entran escalofríos y os juro que siento que me llega a doler el corazón. Es una sensación super rara.

Miro a Nico que escribe en el móvil. Todos los días a la misma hora escribe a su amigo Rober. Dice que es como una rutina que tienen. Me hace gracia ver como frunce el ceño cuando le escribe. Y se agobia mucho con algunos de sus mensajes.

Me encantaría ver por un agujerito que cosas se ponen o si se mandan fotos guarras, como dice todo el mundo que hacen los chicos. Yo lo hago con Sara. Pero solo a veces y si el hombre merece muchísimo la pena.

— Voy a por un café —Nico da un respingo, guarda su teléfono en el cajón y me mira— Así termino de enterarme de lo que pasa entre esas dos.

— Emm... sí, vale —le noto algo nervioso de repente. Pero creo que son paranoias mías.

— Emm... sí ¿Qué?

— Que sí, quiero un café también —me sonríe. Miro a todos lados y cuando estoy segura que nadie me mira, con mi mano sujeto su mentón y le beso en los labios. Y esa es una de mis nuevas rutinas. Y mmm... me encanta. Mi corazón da brincos de alegría, es una pena que no podáis verlo.

Él me sonríe y mete la mano ligeramente entre la tela de la falda y mi muslo, me acerca un poco a él y sin dejar de sujetarme me responde al beso. Muy, muy profundamente.

El amor tiene las patas muy cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora