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POV POCHÉ

—Kale Blank tiene un evento para recaudar fondos para una compañía de baile de escasos recursos y le gustaría que asistiéramos en lugar de enviar un cheque, y cuando dice que quiere que vayamos, se refiere a ti.

Mi esposa, Daniela, no responde. Está mirando fijamente al jardín. Cuando miro, sin embargo, no veo nada fuera de lo normal. El césped está finamente cortado. Los rosales están a punto de florecer y los bulbos que plantó el mes pasado están empezando a salir de la tierra oscura. Lo intento de nuevo.

—Le dije que tendría que pagar por tu nuevo vestido y dijo que enviaría uno, el cual tendré que quemar. —Como si alguna vez le hubiera dejado usar algo que otra persona le ha comprado. Todavía no hay respuesta—. Pensé en hacer que Sidney atropellara algunos animales mientras me llevaba a mi oficina en el centro.

—Claro, cariño.

Carlos me dijo que mi matrimonio estaba en problemas, pero lo ignoré porque sabía que se estaba proyectando. Fue él quien compró a su esposa que quería dejarlo para empezar una nueva vida. Daniela y yo estamos enamoradas y lo hemos estado desde la secundaria. Se mudó a la ciudad cuando era una estudiante de primer año después de que su madre consiguiera un gran ascenso en un banco internacional. Incluso a los catorce años, brillaba como un diamante en un mar de carbón. Todos de la escuela la querían, pero ella me eligió a mí. Tal vez fue porque yo llegué a ella primero. Hubo una estampida en su mesa a la hora del almuerzo el primer día y algunos imbéciles fueron lentos. No veo cómo eso era mi culpa. Me casé con ella en cuanto terminó la universidad y desde entonces no ha habido problemas. Hay un pequeño defecto, una pequeña y diminuta grieta en nuestro mundo perfecto. Daniela quiere un bebé y hasta ahora no hemos tenido mucha suerte. No me molesta mucho, pero creo que Daniela se preocupa por eso. Tal vez eso es lo que ella está pensando tan arduamente esta mañana.

Me acerco y dirijo su rostro con un dedo bajo su barbilla hasta que su mirada se posa en mí en vez de en la escena exterior. —¿Cariño?

—¿Sí? ¿Dijiste algo? —Sus ojos se enfocan.

—Que te amo y que estás preciosa esta mañana.

Intenta agachar la cabeza, pero mi dedo la detiene.

—Ni siquiera me he duchado.

—Lo sé. —sonrío malvadamente. Su cabello es un desastre y tiene un bonito chupetón en su hombro. Cuando me inclino para acariciar su cuello, puedo olerme en su piel. Mi polla se eleva en respuesta. Ella inclina su cuello a un lado y es una invitación que no dejo pasar. Me aferro al pulso agitado en la base, alternando pellizcos y lamidas tranquilizantes. Mientras tanto, mi mano profundiza debajo de su bata para encontrar su húmedo y jugoso coño. Deslizo dos dedos, disfrutando de los ruidos de succión húmeda que hace su coño mientras la follo ligeramente con los dedos. Siempre está tan apretada y caliente. Si me lo permitiera, si tuviera un poco menos de control, probablemente me correría en mis pantalones sólo por la sensación de su estrecho coño abrazando mis dedos. Sólo ha pasado una hora más o menos desde que la tuve de rodillas y la golpeé con fuerza por detrás mientras sus tetas colgaban como suculentas frutas en una rama. Siempre es tan excitante ver su cuerpo moverse y sacudirse mientras me la follo. Mirarla en el espejo o incluso mirar hacia abajo y ver mi polla entrar y salir por su pequeño agujero me pone al límite. Encuentro el pequeño punto de piel en la parte delantera y empiezo a acariciarla con intención. Ella gime y abre aún más las piernas.

—Así es. Se siente bien, ¿no?

Hace un ruido incoherente, así que añado otro dedo. Ella comienza a montar mi mano, ondulando sus caderas al ritmo de mis empujones. —Aquí tienes, nena, toma lo que necesites.

Un zumbido distante suena en mis oídos, pero lo ignoro. Mi amor va en camino a un orgasmo húmedo y jugoso. Una vez que se ponga la crema en mi mano, voy a levantarla sobre la mesa entre los vasos de jugo y los tazones de bayas y me la comeré. Tal vez le ponga un poco de miel en su coño y se lo lama. Mi polla salta de emoción al pensarlo. Crema y miel. No hay mejor combinación para tener esta brillante mañana soleada.

El zumbido suena de nuevo y Calle deja de moverse.

—No, —le ordeno, pero ella no me escucha. En vez de eso, toma el teléfono y se queja.

—Lo siento.

Suspiro y me retiro. —¿Hablas en serio? —se retuerce ligeramente, tratando de apartarme—. Puedo ser rápida, lo juro.

—No, no puedes. —alcanza entre sus piernas y tira de mi muñeca. A regañadientes, me retiro—. Una cosa llevará a la otra y cancelaras tus reuniones y Laura me enviará un millón de mensajes preguntándome dónde estoy. —Su teléfono suena en el momento oportuno—. ¿Ves? —Ella me transmite con su mirada a lo que se refería.

Trato de tirar de ella a mi regazo para demostrar lo rápida que puedo ser si es necesario, pero ella se aleja y yo me quedo sosteniendo el lazo de su bata. Me golpea ligeramente y luego se inclina para darme un beso rápido y burlón en los labios.

—Deja eso. Tengo que encontrarme con Laura esta mañana. Estamos discutiendo la renovación de todos los comestibles de Good Food. Ella quiere mi consejo. —Se ríe y sube las escaleras, llamando por encima del hombro—. Guárdalo para esta noche. Seré toda tuya.

—Más vale que así sea, —me burlo de la amenaza—. Si no estás en casa a las cinco, voy a tener que imponer un castigo.

—Promesas, promesas, —canta alegremente.

Miro mis brillantes dedos y lamo su esencia. Mi polla se estremece furiosamente en mis pantalones. Voy a tener que ir a frotarme antes de ir a la oficina, pero, diablos, hay cosas peores. Me río para mí misma y me pongo la corbata alrededor del cuello. Sí, mi matrimonio está bien. No sé por qué me preocupé por un segundo.

AÚN TE AMO (GIP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora